El 6 de abril de 1960 un personaje del Departamento de Estado de Estados Unidos adquiere el indecoroso privilegio de entrar en la Historia al condensar en una carta el ansia de su imperio de causar hambre y desesperación al pueblo de Cuba hasta el derrocamiento del Gobierno Revolucionario.
En memo al jefe de América Latina de ese departamento y que tituló La decadencia y caída de Castro, Lester Dewitt Mallory reconoce, con pesar, que la mayoría de los cubanos respaldan al radical cambio iniciado en enero de 1959, por lo cual el único modo efectivo para que pierda apoyo es “provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria”.
Para ello, el entonces subsecretario de Estado recomienda “poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica (…) negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales”.
Durante 60 años, las sucesivas administraciones norteamericanas han materializado leyes y acciones de todo tipo siempre denunciadas por las autoridades de la nación caribeña, tal como lo ha hecho el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla.
“El plan genocida del gobierno de Estados Unidos contra Cuba fracasará –afirmó el canciller-. Guiado bajo las mismas pretensiones del infame Memorando de Lester Mallory en 1960, busca herir a la familia cubana en su cotidianidad para arrancarnos concesiones políticas. Sepan que resistiremos y venceremos”.
Mallory falleció en 1994, a los 90 años, sin la satisfacción de presenciar la decadencia, y mucho menos, la caída de la Revolución cubana.
(Tomado de ACN)
