Bayamo, las llamas eternas del patriotismo cubano

Édité par Martha Ríos
2016-01-06 16:09:32

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Por Martín Corona Jerez

Indiscutibles e inolvidables fueron las razones que tuvo el historiador de La Habana, Eusebio Leal Spengler, para retratar a la ciudad de Bayamo (oriente de Cuba) con el verbo ardiente y espiritualizado de la eternidad.

El cinco de noviembre de 2013, cuando la urbe oriental festejaba sus primeros 500 años, Leal Spengler le regaló este párrafo:

“Ni el fuego, ni la desolación, ni la destrucción, ni la voluntad heroica de los que partieron aquel día en que la ciudad fue reducida a fuego, es comparable con la satisfacción de ver que, tantos años después, la ciudad vive, se multiplica, resplandece en sus valores, exalta a sus próceres, no olvida a sus mártires, honra a su historia.”

Ese sentimiento alegra y compromete, todos los días, a los patriotas nacidos entre la punta de Maisí y el cabo de San Antonio; especialmente este 12 de enero, cuando se cumplen 147 años del acontecimiento que inspiró al historiador.

Auténtico y estremecedor, aquel singularísimo grito de guerra no fue un hecho aislado ni inesperado; fue, sí, la cumbre del patriotismo y del valor, pero encajó perfectamente en la cultura de la comarca donde maduraron primero los colores definitivos del pueblo cubano.

Recuérdese que, en casi cuatro siglos de dominio colonial de España, la región histórica Valle del Río Cauto, con centro en Bayamo, dio incontables muestras de su capacidad para lo grande y lo sublime.

No fue casual que, en la urbe, nacieran líderes de talla nacional e internacional, como Joaquín Infante, José Antonio Saco, Manuel de Jesús Cedeño, Carlos Manuel de Céspedes, Perucho Figueredo, Francisco Vicente Aguilera y José Joaquín Palma.

Aquí comenzó la conspiración que hizo estallar la primera guerra nacional por la soberanía y contra la esclavitud; nació el himno de la Patria y fue estrenado delante de los enemigos; se inició la saga gubernamental de los patriotas y sentó pautas para su tradición democrática.

Los historiadores reconocen, entre las grandezas eternas de la Guerra Grande (1868-1878), su siembra moral en las filas dirigentes de Cuba, y Bayamo se enorgullece del aporte infinito de heroínas y héroes honestos, brillantes e incorruptibles.

“Como héroes homéricos” morirían Céspedes, Perucho, Aguilera, Donato Mármol, Luz Vázquez, Adriana del Castillo, Candelaria Palma y otros miles, para demostrar que un pueblo de estrellas tiene que estar encabezado, necesariamente, por soles.

De eso se trata cuando hablamos del incendio de la localidad bayamesa por sus moradores, uno de los gestos más valientes, audaces e impactantes en la historia de las guerras populares contra la opresión.

No se debe olvidar que la mayoría de las familias acompañaron a los insurrectos en una peregrinación sin paralelo en la historia de la Isla, para continuar la contienda en bosques y montañas, cuando las condiciones materiales le impedían seguir ocupando la urbe.

Hay quienes cuentan los bienes quemados, pero es innegable  que sólo con hazañas de ese tamaño un pueblo joven, pequeño y de pocos recursos pudo construir su propio camino a contrapelo de la metrópoli española.

Las luces de aquella madrugada no pueden apagarse, porque están en el cielo de la Patria, y mientras exista un corazón cubano, seguirá alimentando las llamas sublimes del 12 de enero de 1869.

(Tomado de la ACN)



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