Foto: Cortesía de la Fundación Alejo Carpentier
La Habana, 26 dic (RHC) El aniversario 120 del natalicio de Alejo Carpentier, que se cumple este 26 de diciembre, debería ser pretexto para reflexionar, más allá de los ámbitos académicos, sobre la trascendencia de uno de los más prominentes intelectuales cubanos de todos los tiempos.
Su obra es patrimonio de la nación. Y tiene mucho que aportar a debates muy actuales sobre la necesaria descolonización cultural y la identidad de los pueblos de este continente.
Era un escritor de innegable proyección internacional, honró siempre el inmenso acervo universal, pero nunca perdió contacto con sus raíces. Novelista, periodista, crítico y ensayista, Carpentier supo recrear la esencia misma de la cultura cubana, en su diáfana integración con la de Latinoamérica y su diálogo fecundo con otras matrices allende los océanos.
Y las fronteras que trascendió no eran solo geográficas, sino también artísticas y temporales. Hay pleno consenso: su legado literario y su contribución al pensamiento cultural han cimentado un lugar destacado para Alejo Carpentier en el canon occidental.
Su pluralidad es manifiesta. Fue un hombre de una cultura extraordinaria, cuya erudición lo convirtió en un referente de su tiempo. Desde las páginas de sus artículos hasta las complejas tramas de sus novelas, Carpentier exploró temas históricos, filosóficos y estéticos, siempre con un profundo sentido de la responsabilidad intelectual.
En el ámbito de la literatura en castellano Carpentier está considerado un precursor. Sus novelas influyeron en el llamado boom de la literatura latinoamericana. Escritores como Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa reconocieron su impacto en la narrativa regional. El Premio Cervantes, que le fue otorgado en 1977, se hizo eco de esa maestría.
Foto: Liborio Noval
Carpentier revolucionó ciertos esquemas folcloristas con su visión estética del barroco, que para él era una forma de expresión inherente a la identidad cultural de América Latina, con su mezcla de pueblos, tradiciones y también contradicciones. Lo real maravilloso, concepto que desarrolló, rescata lo fantástico y mágico como elementos intrínsecos de la realidad de la región. Obras como El reino de este mundo y Los pasos perdidos son testimonios de esta singular visión.
La complejidad y riqueza del entramado literario de Carpentier resultan notables. Sus novelas no solo narran historias, sino que invitan a un diálogo profundo con la historia, la música, la arquitectura y la filosofía. Sus tramas, meticulosamente construidas, entrelazan referencias culturales y exploraciones existenciales, demandan del lector una activa participación intelectual.
El contacto de Carpentier con las vanguardias artísticas y literarias de su tiempo también marcó su obra. En Europa fue testigo del surrealismo, aunque más tarde renegó de él en favor de una visión más arraigada en las tradiciones latinoamericanas. Su relación con músicos como Igor Stravinsky y compositores cubanos como Amadeo Roldán enriqueció su comprensión de las intersecciones entre literatura y música, otra de las pasiones que se realizan en sus textos.
Comprometido con la transformación social, Carpentier apoyó decididamente la obra creadora de la Revolución cubana. Su labor como director de la Imprenta Nacional y su apoyo a las políticas culturales del país fueron muestra de su compromiso con un proyecto colectivo que buscaba elevar el espíritu y la educación del pueblo cubano.
Foto: Walfrido Ojeda
Hoy el legado de Alejo Carpentier sigue vigente. Sus ideas sobre lo real maravilloso y su defensa de una identidad cultural latinoamericana continúan inspirando a escritores, críticos y académicos.
La cultura cubana encuentra en Carpentier a uno de sus pilares más sólidos. El aniversario 120 de su nacimiento es un momento para celebrar al escritor prolífico, y además al hombre que entendió la cultura como una forma de resistencia y afirmación.
Aunque Alejo Carpentier no necesita de fechas cerradas para reivindicar sus credenciales. La suya es, a más de 40 años de su muerte, obra viva. (Fuente: Trabajadores)