Lisandra Guerra: plata con sabor a oro

Édité par Raúl Rodríguez
2019-08-03 02:44:49

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Lisandra logra plata en keirin en Lima-2019. Foto: José Tito Meriño

  

Lima, 3 ago (RHC) La ciclista cubana Lisandra Guerra nunca olvidará la noche del 2 de agosto en el velódromo del polideportivo La Videna. En electrizante final logró plata en el keirin en los Panamericanos de Lima-2019, la medalla más importante de su carrera, según confesara poco después.

Con un cierre espectacular, la matancera repitió su resultado de hace cuatro años en Toronto, solo superada por la subcampeona mundia...l de esa modalidad en 2017, la colombiana Martha Bayona.

“Te diría que es la medalla más importante de mi carrera, porque estuve más de dos años fuera por mi maternidad y porque tuve que vencer muchas dificultades y muchos creían que estaba acabada”, dijo Lisandra, ahora dueña de cinco medallas en juegos panamericanos (1-4-0).

Luego de una serie clasificatoria en la que equivocó el plan táctico y la mandó a la repesca, la hija ilustre de Colón, en Matanzas, cambió de chip, cargó las baterías y fue otra en la pista.

En el repechaje le imprimió tanta potencia a sus pedaladas que le sacó alrededor de 10 metros de ventaja a todas sus rivales para calificar a la final, y ya en la disputa por las medallas vino de atrás y no paró hasta llevarse la plata, presionando incluso a la colombiana.

La propia Bayona tuvo palabras de elogio para Lisandra, al reconocer que no esperaba verla tan fuerte, luego de convertirse en mamá y de tanto tiempo fuera.

Su actuación adquiere ribetes dorados porque la mejor velocista cubana de la historia no pensaba regresar al deporte y apenas se reincorporó hace un año y tres meses.

Además, tuvo que sortear no pocas dificultades y hasta algunos detractores no creyeron en ella después de una pálida actuación en Barranquilla-2018. Por ello llegó a Lima casi “de relleno”, sin competencias internacionales.

Por todo ello, cuando la niña grande del ciclismo cubano cruzó la meta, levantó los brazos y regaló una sonrisa, toda Cuba se estremeció de felicidad, de orgullo.

Los cubanos hicimos una reverencia ante esta guerrera, que nos sigue enamorando en la pista y sigue sorteando obstáculos, como tener que viajar cuatro veces a la semana de Matanzas a La Habana para poder entrenar. 

  



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