Epidemia de heroína y opiáceos mata un estadounidense cada 19 minutos

Édité par Leanne González
2016-03-30 14:54:54

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foto de archivo

La Habana, 30 de mar (RHC). El presidente de Estados Unidos Barack Obama, anunció la nueva estrategia contra la adicción a la heroína y los analgésicos opiáceos, en donde se facilitará a todos los médicos la prescripción de fármacos para poder frenar la “epidemia de heroína” que mata una persona por cada 19 minutos.

El paquete de nuevas medidas, que Obama anunció ayer en Atlanta, incluye esfuerzos por extender los tratamientos contra la adicción e incrementar la cobertura médica para pacientes con problemas de salud mental y de abuso de sustancias, iniciativas que se añaden al plan de 1.100 millones de dólares que el presidente presentó el mes pasado y que el Congreso todavía debe aprobar.

Washington considera una “prioridad” aumentar los recursos dedicados a combatir la creciente adicción a este tipo de drogas, y por ello anunció ayer la creación de un fondo de 11 millones de dólares para 11 estados para que las entidades locales puedan comprar y distribuir naloxona, medicamento que se utiliza desde hace cuatro décadas para tratar las sobredosis de opiáceos, disponible sin receta en algunas farmacias. El presidente puso ayer el foco en la criminalización de los adictos, una tendencia que achacó al hecho de que “antes se veía a las poblaciones afectadas como pobres o minorías” y muchos consideraban el encarcelamiento como una solución eficaz y sencilla.

Pero la realidad ha cambiado: las muertes por sobredosis han aumentado rápidamente en los últimos años entre los estadounidenses blancos, mientras que en otros segmentos de población, como hispanos y afroamericanos, se han mantenido estables. De hecho, el abuso de analgésicos está detrás del brusco aumento en las tasas de mortalidad entre estadounidenses blancos de mediana edad, un fenómeno sin parangón en otros países desarrollados ni en otros grupos de población de EEUU.

Un mayor acceso a analgésicos potentes y heroína más barata y de mejor calidad (su consumo se incrementó un 79% entre 2007 y 2012 en EEUU, según la revista médica ‘The Lancet’), sumado al aumento de los suicidios y de las cargas financieras, ha provocado una cantidad de muertes solo comparable a los efectos de la epidemia del VIH/sida desde 1981 hasta la actualidad: 650.000 muertos.

El paradigma de la extensión que alcanza esta “epidemia” es Baltimore, ciudad bautizada como “la capital de la heroína”, donde el diez por ciento de la población está enganchada a esta droga. Una urbe en la que el dinero del narcotráfico sostiene a miles de personas y se filtra a todos los sectores de la economía, desde la restauración hasta la construcción, hasta el punto de que hay quien se cuestiona qué ocurriría si desapareciese de la noche a la mañana.

Un muerto cada 19 minutos

Cada 19 minutos, un estadounidense muere por sobredosis de opiáceos, que incluyen medicamentos recetados para el dolor -como el oxycodone e hydrocodone- y la heroína. En 2014, el último año del que se tienen datos oficiales, más de 28.000 personas perdieron la vida por sobredosis. La adicción a estos medicamentos sigue siendo la primera causa de muerte accidental entre los americanos -se elevó hasta el 14% entre 2013 y 2014-.

En 2012 se prescribieron 259 millones de recetas de analgésicos opiáceos, lo que equivale a un frasco de píldoras para cada adulto estadounidense. Mientras, la heroína, mucho más barata en el mercado negro, se ha convertido en un sustituto de los analgésicos opiáceos para aquellos que no pueden conseguir recetas.

Oertle comenzó a tomar Vicodin cuando tenía 20 años. Cuando se le hizo difícil conseguir las pastillas, acudió a las calles para comprar heroína, más barata y accesibleLos tratamientos con fármacos como la metadona o la buprenorfina son un componente clave de la nueva estrategia de la ‘Administración Obama’. Medicamentos que se combinan con tratamientos de conducta para dirigir la recuperación de los adictos y facilitar la abstinencia de los analgésicos opiáceos. Algunos críticos sostienen que el uso de fármacos como metadona o buprenorfina podría ser contraproducente o agravar la adicción de los pacientes. “El empleo de estos fármacos podría reducir las tasas de mortalidad (entre los adicto) a la mitad… El punto clave es que necesitamos mantener a la gente con vida”, señala Caleb Banta-Green, investigadora del Alcohol and Drug Abuse Institute de la Universidad de Washington, a la cadena CNN.

Ayer, en Atlanta (Georgia), Obama pudo escuchar la historia de Crystal Oertle, una mujer de 35 años de Ohio que tiene dos hijos y lleva un año ‘limpia’ tras una larga adicción al analgésico Vicodin que le llevó a engancharse también a la heroína. “Para mí, se convirtió en algo necesario para poder funcionar, para ir al trabajo, para cuidar de mis dos hijos”, relató Oertle, que comenzó a tomar Vicodin cuando tenía 20 años. Cuando se le hizo difícil conseguir las pastillas, acudió a las calles para comprar heroína, más barata y accesible. “Incluso llegué a robar en tiendas para alimentar mi vicio”, confesó la mujer, que ha superado su adicción gracias a un tratamiento que incluye terapias de grupo.



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