Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, inauguró su cargo con un discurso incendiario. Imagen: Reuters

por Guillermo Alvarado

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, inauguró su cargo con un discurso incendiario donde repitió muchas de las ideas expresadas durante la campaña electoral y fue furiosamente aplaudido por los sectores más conservadores de esa potencia.

Militarizar la frontera sur, realizar la mayor deportación conocida hasta ahora de inmigrantes en situación irregular, recuperar el Canal de Panamá y poner los intereses de su país por encima de cualquier otra consideración, marcaron la primera intervención del nuevo jefe de la Casa Blanca.

Como es su costumbre, utilizó términos mesiánicos y altisonantes, como “la edad de oro de Estados Unidos comienza ahora mismo”,  o “volveremos a construir el Ejército más fuerte que el mundo haya visto jamás”, para delinear los principales rasgos de su administración.

Varios analistas llamaron la atención sobre que el magnate inmobiliario estaba inaugurando una nueva versión del destino manifiesto, aquella idea de que la potencia está destinada por la providencia divina a expandirse dondequiera.

Entre las primeras reacciones, la organización no gubernamental Oxfam dijo que se avecina una oligarquía de multimillonarios.

Como ejemplo, la institución se refirió a la existencia de un presidente multimillonario, respaldado por el hombre más rico del planeta, Elon Musk, dirigiendo los destinos de la mayor economía del mundo, lo cual, aseguró, es un grave peligro para la democracia.

Esta oligarquía, o más bien plutocracia, está formada por algunos de los más acaudalados cuya fortuna, precisó Oxfam, creció en dos billones de dólares el año pasado, mientras en el resto del mundo muchos países luchan por borrar las huellas dejadas por la pandemia de Covid-19.

Al respecto hay que decir que en la “democracia” estadounidense es prácticamente imposible que una persona de pocos o medianos recursos pueda entrar a la Casa Blanca, porque esta es una tarea que requiere de millonarios gastos.

El mismo presidente saliente, Joseph Biden, quien también es un multimillonario, lamentó la mezcla de intereses financieros y políticos de la nueva administración, así como el surgimiento de un inédito complejo tecnológico-militar.

El Producto Interno Bruto de la potencia norteña creció durante el tercer trimestre de 2024 en 3,1 por ciento, pero eso no se sintió entre la población donde crecen las desigualdades y la pobreza, un tema por cierto, no profundizado en el primer discurso de esa nación.