
Por: Roberto Morejón
Dos publicaciones recientes en sendos medios de prensa ofrecen versiones opuestas sobre los servicios médicos cubanos en el exterior, una de ellas apegada a la realidad y la otra torcida.
El medio Bostwana Guardian and Midweek Sun destaca el beneficio que evalúa de enorme por la presencia de una brigada médica de la mayor de las Antillas en el país africano.
La publicación refiere el aporte de 90 médicos, odontólogos, radiólogos e ingenieros biomédicos en Bostwana y entrevista a algunos, quienes resaltan que el servicio está basado en un acuerdo gubernamental, revisado periódicamente.
Cada participante en la misión labora bajo las leyes de la mayor de las Antillas y de Bostwana en condiciones similares a las de los nacionales y extranjeros.
Los profesionales de bata blanca enviados por La Habana resaltan que un estipendio económico les cubre vivienda, transporte, necesidades básicas y vacaciones anuales pagadas.
Recuerdan que en su país reciben íntegramente su salario mensual y les aseguran plazas a su regreso.
Presentes en Bostwana desde hace tiempo, los trabajadores antillanos de la salud merecen el reconocimiento del gobierno.
Este último valora su desempeño de positivo al mejorar el acceso de la población a una atención especializada.
Una visión tan fidedigna sobre las faenas de los colaboradores cubanos de salud en Bostwana difiere tajantemente con la reflejada por The New York Times.
El rotativo se hizo eco de la obsesión del gobierno de Donald Trump, en específico del Departamento de Estado encabezado por Marco Rubio, contra las brigadas médicas del archipiélago caribeño.
The New York Times reproduce estereotipos de la potencia del Norte acerca de lo que califica de trata de personas o trabajo esclavo, al referirse al ejercicio de los médicos cubanos en otras tierras.
Incluso el diario incorpora expresiones de una médica de origen cubano residente en Estados Unidos y de una persona identificada por fuentes de todo crédito como agente pagada por Washington para desprestigiar a la tierra de José Martí.
Como el gobierno antillano ha denunciado, la cruzada en particular del Departamento norteamericano de Estado busca impedir que La Habana obtenga ingresos legítimos por prestaciones en el exterior, usados en gran parte para sostener el sistema gratuito de salud en el país caribeño.
La campaña estadounidense es tan redundante como torcida, pero el gobierno cubano informó que a pesar de esa toxicidad ninguno de los países que mantienen acuerdos de salud con la nación caribeña ha expresado deseo de retirar a los colaboradores.