Por: Liz Martínez Vivero (Especial para CubaSí)
Dicen que desde el balcón de su casa puede verse la inmensidad del Océano. También cuentan que comenzó a cantar por casualidad.
Esto último no me lo creo, nadie agradece al azar cuando descubre lo suyo, lo que realmente hace trascender. Es difícil concebir por ejemplo, el cuarteto las D´Aida sin Omara, o el Buenavista Social Club sin su voz de novia enamorada después de tanto tiempo.
La historia de Omara, desde antes de su nacimiento, parece sacada de un libro. Su mamá era hija de un militar español y él, jugador de béisbol, se escaparon para casarse pues no contaban (al mejor estilo de Capuletos y Montescos) con la aprobación familiar.
Las carencias económicas no hicieron mella en su personalidad pues la alegría llenaba el hogar, así lo relató hace algún tiempo interrogada por una periodista.
Tuvo el lujo de compartir escenario con Nat King Cole y ese simple recuerdo hubiera bastado. No obstante ella en sí misma es espectáculo, se basta sola para una semblanza. Pero también con Bebo Valdés, más recientemente con Diego el Cigala y en su próximo fonograma con Julio Iglesias, esos tres por citar algunos nombres de los más reconocidos en diversos estilos y variantes.
Porque para Omara la música es música sin estar atendiendo a tonos y/o ritmos más o menos intensos. Y ese concepto lo defiende desde aquel embrujo de su Magia Negra, disco debut que apareció en 1959. En él, atrevidamente apostaba por combinar la música cubana con el jazz norteamericano, e incluía versiones de That Old Black Magic y de Caravan, de Duke Ellington. A pesar de haber editado su primer trabajo en solitario, Omara Portuondo siguió en el seno de Las d’Aida hasta 1967.
Hizo más, aunque hasta aquí también hubiera sido suficiente. Ingresó en una de las orquestas más importantes del país, la Orquesta Aragón, con la que viajó por todo el globo.
El hecho que la catapultaría definitivamente a planos estelares acaeció a mediados de los noventa (1996), de la mano del cine. Después de participar en las sesiones de grabación de Buena Vista Social ClubTM (World Circuit), donde cantó Veinte años junto a Compay Segundo, Omara Portuondo emocionó al público y se emocionó en la pantalla al interpretar con Ibrahim Ferrer un tema tan desgarrador como Silencio.
¡Qué sabroso poder decir que Omara es nuestra! Como las palmas y el habano, ¡tan genuina y autóctona como las polymitas!
Su vida fue recogida por Oscar Oramas Oliva en su libro: Omara, los ángeles también cantan y llevada al celuloide por el cineasta Fernando Pérez en el documental Omara.
Es cierto, desde el balcón de su casa puede también olerse la inmensidad del Océano… desde la inmensidad de su voz se adivina Cuba.