Por: Guadalupe Yaujar Díaz
Hace más de un siglo en la Segunda Conferencia de Mujeres Socialistas, (Copenhague, Dinamarca, el 27 de agosto de 1910) un centenar de féminas delegadas de partidos y sindicatos votaron por una jornada anual de lucha por la emancipación de la mujer, estableciendo el 8 de Marzo.
La propuesta, presentada por la dirigente alemana Clara Zetkin, integrante del Sindicato Internacional de Obreras de la Confección, tuvo lugar en esa cita cuando las féminas ocupaban ya un poderoso lugar en las luchas de la clase obrera.
Se creaban condiciones pues estaban a punto de “convertirse en una fuerza social que no puede ser ignorada en el proceso de la lucha de clases”.
Cuba está entre las naciones de América Latina, y de todo el tercer mundo, que celebraron por primera vez el 8 de marzo (1931), mucho antes de su institucionalización oficial por la ONU en 1975.
Nuestra primera celebración tuvo lugar durante un acto en la sede del Centro Obrero de Cuba que radicaba en Revillagigedo número 8, en La Habana.
Bajo la organización de la Central Nacional Obrera de Cuba (CNOC) y la Federación Obrera de La Habana, asistieron todas las mujeres que trabajaban en diferentes talleres, comercios y fábricas de la ciudad.
En la actividad hicieron uso de la palabra Charito Guillaume, por el Comité Pro-organización de la Mujer Trabajadora; Panchita Batet por el Sindicato Textil, una delegada por los zapateros y la obrera Caridad Suárez quien declamó una poesía.
Antes del Triunfo de la Revolución Cubana el primero de enero de 1959, largo y difícil fue el camino para que la mujer ocupara el lugar de igualdad y derechos que le corresponde en la sociedad.
En esos empeños están ilustres mujeres que probaron fuerzas ante tabués sociales como Mariana Nava (siglos XVI Y XVII), la primera mujer que ejerció la Medicina en la mayor isla de las Antillas.
O la insigne camagüeyana Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873), la primera mujer propuesta para ingresar a la Real Academia Española (RAE), y rechazada por pertenecer al sexo femenino.
Y Emilia de Córdoba Rubio (1853-1920), primera Secretaria de Cuba, mambisa, y primera mujer a quien se le erige una estatua en el parque que lleva su nombre, ubicado en el municipio de 10 de Octubre.
Mientras, María Luisa Dolz (1854-1928), era la primera mujer en alcanzar el título de doctora en Ciencias Naturales por la Universidad de La Habana (1899); y Laura Martínez de Carvajal (1869-1941), primera mujer graduada de Medicina por la Universidad de La Habana y también la primera de su sexo que ejerció como oftalmóloga y practicó la cirugía.
Atesoramos en nuestras raíces ejemplos como el de Mariana Grajales, Madre de los Maceo y el de la patriota camagüeyana Ana Betancourt, quien en 1869 en la Asamblea Constituyente de Guáimaro expreso: “Ciudadanos todos dejemos de ser ciervos esclavos del maltrato, de la raza, del sexo”.
Homenaje merece Rosa Pastora Leclere Gutiérrez. (1888-1966) Primera maestra internacionalista cubana. En el año 1904 se inscribe en la Escuela Normal de Verano de la matancera ciudad Cárdenas, donde no solo se inició con la educación a hijos de obreros y campesinos y participó como maestra internacionalista en la guerra civil española.
Presentes están, también, los ejemplos Celia Sánchez, Vilma Espín, Haydee Santamaría y todas aquellas que cayeron en la lucha contra la tiranía batistiana como Lidia Acosta y Clodomira Ferrals.
Por esa hermosa herencia que poseemos laboramos las cubanas en todos los sectores del país, sin discriminación y equidad de género, y hemos escrito hermosas páginas de heroismo en misiones de solidaridad e internacionalismo en casi todos los continentes.
A propósito de la grandeza de la mujer, particularmente las cubanas, cabe recordar hoy al Apóstol José Martí cuando en el periódico Patria escribió: Las campañas de los pueblos sólo son débiles, cuando en ellas no se alista el corazón de la mujer.
Y especialmente al Comandante en Jefe Fidel Castro quien nos definió: “Las mujeres constituyen un verdadero ejército al servicio de la Revolución. La mujer es una revolución dentro de la Revolución. Cuando en un pueblo pelean los hombres y pueden pelear las mujeres, estos pueblos son invencibles y la mujer de este pueblo es invencible”.