Por Delfín Xiqués Cutiño
Cuando se hable de construcciones estilo Art Decó en La Habana, no puede dejar de mencionarse el complejo constructivo conocido en una época como edificio Rodríguez Vázquez, situado estratégicamente en la calle Galiano entre Neptuno y Concordia y, principalmente del fastuoso teatro América, integrado también en su entorno arquitectónico.
El elegante edificio de 10 pisos y otros dos en la torre con 67 apartamentos incluía, además, en los bajos al lado del espléndido teatro, un cine (Radio Cine); y una cafetería-restaurante.
Antonio Helier Rodríguez Cintra, ingeniero, empresario cubano, hijo del acaudalado gallego Antonio Rodríguez Vázquez, fue el que concibió erigir uno de los más altos y suntuosos edificios de La Habana en aquella época.
La obra estuvo a cargo de los arquitectos Fernando Martínez Campos y Pascual de Rojas, quienes realizaron una excelente labor al inclinarse por levantarlo con estilo Art Decó.
Inicialmente el proyecto no contemplaba la construcción del teatro, pero a Rodríguez Cintra le surgió la idea de hacerlo debido a los requerimientos de la capital por contar con una institución cultural moderna y de mayor categoría.
Fue así como se decidió añadirlo al proyecto y construirlo en la planta baja, al lado de Radio Cine, que si estaba contemplado su ejecución.
La espaciosa sala-teatral tiene 1,775 lunetas, según lo señala el historiador Pedro Urbezo en su obra: El Teatro América y su entorno mágico, y añade:
"La elegancia y sobriedad de las líneas que presenta el lobby del teatro América, todas curvas, así como las bellas proporciones de superficie y masas exteriores le dan dignidad clásica. Desde su vestíbulo circular de bóveda lumínica, el piso representa el hemisferio occidental rodeado de los signos del zodíaco, ascienden sus escalinatas curvilíneas, bifurcándose y encontrándose con amplios descansos, que se expanden formando pequeñas salas que hacen imperceptible el ascenso.
"En su interior, una serie de arcos abovedados decrecientes hacia el escenario, contribuyen armoniosamente, con el tratamiento decorativo de la espaciosa sala, haciendo recordar al Radio City Music Hall de Nueva York.
"Dotado de una acústica perfecta y con buena visibilidad desde cualquier ángulo del lunetario o de sus balcones, estaría llamado a convertirse en el favorito de todos los públicos aunque predominando, por supuesto, el de las llamadas clases altas".
El teatro América fue inaugurado junto con el esplendido edificio el 29 de marzo de 1941 con el estreno en Cuba del filme de Anatole Litvak 'All This and Heaven Too' (El cielo y Tu), protagonizada por Bette Davis y Charles Boyer.
Correspondió al popular tenor mexicano Pedro Vargas iniciar el primer show o variedad musical, que presentó allí, el 22 de septiembre de 1941.
Luego del exclusivo estreno del filme El Fantasma de la Ópera, el 22 de noviembre de 1943, y que a petición del público tuvo que presentarse durante varias semanas, corrió el rumor durante varios años que un fantasma rondaba por las noches dentro del teatro América.
El historiador Urbezo nos aclara el misterio:
"El escenario del viejo Teatro de la ópera de París, con sus altos y complicados telares, con sus múltiples pasadizos, con amplio sótano de misteriosos laberintos, con su utilería y su vestuario atestado de muebles, artefactos, máscaras y trajes de los más variados estilos, formas y épocas, y por donde el desdichado Enrique Claudin, el Fantasma, se paseaba ocultando al mundo su rostro desfigurado, guardaba cierta similitud con el subterráneo del teatro América.
"Y a partir de aquella fecha del estreno de la película, no fueron pocos los actores, tramoyistas y técnicos, incluido el personal de la empresa y empleados, que creyeron oír arias de ópera y lamentos angustiosos, procedente de los sótanos, manteniéndose la creencia, hasta algunas décadas después, que el personaje creado por Gastón Leroux arrastraba por los subsuelos del América las cadenas de su eterna desesperación".
Hay que destacar el riguroso trabajo que viene desempeñando desde hace varios años el compañero Jorge Alfaro Sama, director general de teatro, junto con un grupo de restauradores, técnicos y trabajadores, por mantener el brillo de esa emblemática institución cultural que es patrimonio de Cuba.
(Tomado del periódico Granma)