Por Julio Martínez Molina
Nuestros mambises se encomendaron a la advocación de la Virgen de la Caridad del Cobre a lo largo de la gesta independentista. Y, en 1915, esos propios veteranos de las guerras patrias le pidieron al Papa que la declarase Patrona de Cuba.
La misiva cursada a Benedicto xv rezaba así, en parte de su cuerpo:
“No pudieron ni los azares de la guerra, ni los trabajos para librar nuestra subsistencia, apagar la fe y el amor que nuestro pueblo católico profesa a esa Virgen venerada; y antes al contrario, en el fragor de los combates y en las mayores vicisitudes de la vida, cuando más cercana estaba la muerte o más próxima la desesperación, surgió siempre como luz disipadora de todo peligro o como rocío consolador para nuestras almas, la visión de esa Virgen cubana por excelencia, cubana por el origen de su secular devoción, y cubana porque así la amaron nuestras madres inolvidables, así la bendicen nuestras amantes esposas y así la han proclamado nuestros soldados”.
No tardó en responder el Sumo Pontífice. En 1916, Benedicto xv les concedió la petición y fijó su festividad para el 8 de septiembre. Ocurrió el 10 de mayo de ese año, la fecha cuando proclamó a la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba.
El actual Santuario donde se conserva la imagen mariana sería inaugurado justo el 8 de septiembre de 1927 y –medio siglo después– el Papa Pablo vi elevó el recinto a la dignidad de Basílica.
Para 1936, había sido canonizada, ante una solicitud de la Iglesia Católica al Vaticano. Visitaron su templo, además de Juan Pablo ii, hace ahora justo dos décadas; Benedicto xvi, 14 años después de aquel; y Francisco, en el 2015.
De acuerdo con lo recogido por la tradición religiosa, entre 1612 y 1613 dos hermanos indios y un negrito de nueve o diez años fueron a buscar sal en la Bahía de Nipe. Nombrábanse Juan de Hoyos, Rodrigo de Hoyos y Juan Moreno, y son conocidos tradicionalmente como «los tres Juanes».
El último de ellos contó en 1687, ya octogenario, cómo ellos salieron de Cayo Francés, embarcados en una canoa para ir a la salina. En el trayecto apreciaron «una cosa blanca sobre la espuma del agua», la cual no distinguían muy bien.
Una vez ganaron en proximidad, vieron la imagen de la Virgen María con el niño Jesús en brazos sobre una tablita, en la que estaba escrito: “Yo soy la Virgen de la Caridad”.
La representación de la Virgen ha desbordado el ámbito religioso para instituirse en parte de la identidad cubana, y su imagen es plasmada en el arte y la literatura.
A María la honraron, con su fe e inteligencia creadora, compatriotas de la estatura colosal de José Martí, del Padre Félix Varela, del Padre Esteban Salas, José María Heredia, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Luisa Pérez de Zambrana, Emilio Ballagas, Ernesto Lecuona, Dulce María Loynaz, Juan Manuel Nápoles Fajardo (El Cucalambé), José Lezama Lima, Fina García Marruz, José María Vitier, Rita Longa y muchos otros.
(Tomado del periódico Granma)
'Kyrie Eleison', de la Misa Cubana a la Virgen de la Caridad del Cobre, de José María Vitier. Video tomado de Youtube