Por Miladys Borges.
El origen de La Habana sigue siendo una incógnita. Hipótesis relacionadas con los enigmas que orlan esta urbe han aflorado a lo largo de sus casi cinco centurias, pero es aquella vinculada a su nombre aborigen, la que resulta defendida con mayor vehemencia por quienes han estudiado profundamente su pasado, entre ellos el doctor Eusebio Leal Spangler, Historiador de la Ciudad.
El ilustre hijo y protector de la capital de todos los cubanos, principalmente de su área patrimonial,ha confesado en varias ocasiones su preferencia por el nombre derivado del cacique o jefe comarcano encontrado por los conquistadores a su llegada al territorio, que luego citaron en sus cartas al rey de España.
Del nombre de Habaguanex viene seguramente el nombre de Habana, recalca Leal y refiere otra hipótesis, sostenida en torno al vocablo holando-germano “haven” que quiere decir puerto o fondeadero.
“Nosotros, lógicamente, vamos a defender a ultranza el nombre indio de la ciudad porque Cuba, a pesar de haber perdido su población autóctona, de haber tenido que padecer la tristeza de la desaparición de su hombre primitivo, ha conservado con fiereza sus nombres aborígenes. Así -por ejemplo- llamada Juana, Fernandina o Isabela, prevaleció el nombre de Cuba y somos cubanos, que es infinitamente mejor que ser “isabelos”, “fernandinos” o “juanos”.
El nombre de Baracoa, prevaleció sobre el de Nuestra Señora de la Asunción; Bayamo, sobre el de San Salvador; Camagüey, sobre el de Puerto Príncipe y solamente algunos muy fuertes, como El Espíritus Santos -consagrada esa ciudad el Día del Santo Espíritus - conserva el nombre de Sancti Spíritus o, como la Trinidad - el supremo dogma de la religión cristiana- conservó su nombre; nadie añora el antiguo nombre, sino ése. Y, desde luego, Santiago de Cuba, porque era el santo conquistador. ¡Hay tantos “Santiago” en América Latina! El de Chile, el de los Caballeros, en Dominicana y no podía faltar en Cuba, fundación temprana y casi primera en el Caribe. El resto de los nombres es aborigen”.
¿Cuándo se fundó La Habana?
El Doctor Eusebio Leal explica que - si nos atenemos a que el calendario era la regla y pieza angular de toda nominación- la ciudad debió nacer un 25 de julio, entre 1513 y 1515, ya que La Habana de hoy no es aquella primera, que nació en la parte sur.
“Fue ese día y no otro, porque era la fiesta de San Cristóbal y Santiago Apóstol, patrono de España y de todas sus posesiones.
Según cuenta el historiador, en una búsqueda minuciosa en los archivos españoles y del Vaticano, fue una razón estrictamente provinciana e insular la que determinó que La Habana, reñida con Santiago en cuanto a primacía y muy pronto capital de Cuba- celebrase su fiesta desde fines del siglo XVI en un día aparte.
“A nosotros nos interesa mucho que sea el 16 de noviembre, porque lo importante no es apegarse químicamente a ciertos detalles de laboratorio de la historia, sino buscar el espíritu de las cosas”.
¿Por qué y para qué conmemoramos La Habana?
El Historiador de la Ciudad afirma que lo hacemos para salvar su patrimonio material, su arquitectura, su conjunto urbanístico y sus tradiciones propias.
“En ese sentido, tendríamos que acordar que lo mismo da que sea el 16 de noviembre, el 21 de enero, que el día 28 de cualquier otro día del año, porque, en definitiva, no existe la certeza documental de cuándo fue.
A los que me dicen que esas tradiciones carecen de sentido real o histórico, les aconsejo que no entremos en ese campo porque, si lo hiciéramos, cuántas tradiciones que son poesía, no podrían ser explicadas con la química y la razón pura; Rómulo y Remo tendrían que salir a la carrera del foro romano, porque la historia de la loba no se la creería nadie; la sirena, sin la cual el Vístula no habría dado a luz a esa maravillosa ciudad que es Varsovia, sería también un mito y cuántas cosas están en el plano del mito que, cuando no afectan las relaciones históricas, son realmente algo admisible porque, la poesía, no se debe tratar de explicar “.