La maleta perdida de Carpentier

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2019-12-26 08:22:15

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Foto: Granma.

Por: Marta Rojas

La Habana, 26 dic (RHC) Una enorme maleta que se deshizo al ser suspendida, atesoraba en Francia pertenencias valiosas de Alejo Carpentier Valmont (1904-1980), entre ellas textos originales de materiales publicados, y originales sin publicar; cartas íntimas sobre su vida familiar y obras de arte.

Vi el contenido de la maleta, toqué los documentos, las obras de arte de pintores famosos, discos de música, programas de radio que fueron difundidos en su momento por la radio francesa. En fin, un tesoro artístico y humano trascendental.

Su dueño, Alejo, la dejó en la casa de huéspedes donde vivía en París y viajó a Cuba. Poco tiempo después estalló la Segunda Guerra Mundial. El creador de la teoría de lo real maravilloso la daría por perdida.

Pero un día Lilia Esteban de Carpentier, su esposa, ya viuda, recibió una nota procedente de París. Se le anunciaba que en un ático, enclavado en una zona rural, había aparecido una maleta con un tesoro para la radio.

La había hallado un pariente de los dueños de la casa en cuestión, que era un profesional de la radio francesa, y decía que la maleta perdida había pertenecido a «Alexis», con ese nombre conocían al presunto propietario del tesoro, al huésped que la dejó a guardar.

Lilia debía ir a reconocer ese material diverso que contenía la vieja maleta, porque los parientes de las propietarias del ático donde estaba guardada, decían que por su contenido podía ser propiedad de Alejo Carpentier, quien había vivido en París en aquel momento y luego, se le conoció como escritor y diplomático en la embajada de Cuba en París.

Lilia dio fe absoluta de que todo lo hallado en la maleta que se deshizo al levantarla y abrirla, había sido propiedad de Alejo, su esposo, ya fallecido nueve años antes del hallazgo.

Tuve el privilegio de ver y tocar todo el contenido de la maleta que ella trajo a Cuba. ¿Qué tenía la maleta? Desde un recorte de periódico que da fe de la muerte, junto al héroe Sandino, de un cubano, hasta obras maestras de la pintura y una hermosa colección de cartas a famosos intelectuales; así como inconclusas obras del autor, entre otras, de El siglo de las luces, las que le valieron el Premio Cervantes en 1978 (primer latinoamericano en recibirlo), y que de seguro lo habrían hecho candidato al Nobel de Literatura, de no haber fallecido dos años después de merecer el Cervantes.

De todo cuanto leí, escrito de puño y letra por Alejo Carpentier, lo que más me conmovió fue una carta de él a su madre «Toutouche» (Lina Valmont), vísperas de la Segunda Guerra Mundial. La carta me hizo descubrirlo más allá de sus méritos literarios.

«Nunca podrás imaginarte la tristeza enorme que me causó esa carta ¡es una verdadera tragedia! Tu mudada, sobre todo, es algo terrible. ¿Es decir que por seis pesos, no pudiste seguir viviendo con la gente que te quería y cuidaba? ¿Y vives ahora en un cuarto de doce pesos?... «Toutouche, es absolutamente inútil seguir ilusionado: yo no puedo seguir viviendo en Europa. Esto tiene que acabar. Desde ahora mismo voy a comenzar a arreglar mi viaje de regreso». (Fuente: Granma)



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