La Habana, 15 abr (RHC) El Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso cumple 182 años de fundado y de manera inédita conmemora este aniversario con una luz encendida, a la espera de poder volverlas a prender todas.
Cuando las medidas de aislamiento social por amenaza de una pandemia sean innecesarias, el teatro activo de mayor antigüedad en Latinoamérica retomará su programación cual templo sagrado para las artes escénicas y, en especial, la danza.
El Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, abrió sus puertes hace más de un siglo como Tacón, apellido del entonces capitán general de la nación caribeña e ideólogo de su construcción.
Desde la apertura, diversas personalidades de todas partes del mundo exhibieron su talento en el coliseo cubano.
Las actrices Sara Bernhardt y Eleonora Dusse, el tenor Enrico Caruso, los músicos Serguei Rachmaninov, Arthur Rubinstein, Luis Moreau Gottchalk, Teresa Carreño, Claudio Brindis de Sala, Pablo Casals e Ignacio Cervantes; cautivaron allí al público habanero y marcaron hito en la cultura.
En el campo de la danza, un hecho extraordinario se produjo en 1841 cuando Fanny Elssler, una de las cinco bailarinas más relevantes del siglo XIX, bailó sobre el escenario de este teatro; pues mostró por primera vez en Cuba la maravilla del baile en puntas.
Por su parte, la mítica Anna Pavlova hechizaría también a los habaneros, a principios del siglo XX, cuando ya el coliseo era conocido como Teatro Nacional.
La denominación la adquirió después de 1902, y de una reparación capital que lo convirtió en parte del emporio del Centro Gallego de La Habana y le confirió en gran medida la apariencia actual.
Para la cultura cubana la importancia de ese teatro trasciende las artes por varias razones, valga destacar que durante todo el siglo XIX acogió en su sala a lo más representativo de la intelectualidad del país: Domingo del Monte, José Martí y Gertrudis Gómez de Avellaneda, entre muchos.
Tula, como llamaban a la Avellaneda sus allegados, recibió allí una corona de laurel de manos de la también poetisa Luisa Pérez de Zambrana.
Ya en el siglo XX, sería imperdonable obviar las actuaciones de Ernesto Lecuona, Amadeo Roldán, Rita Montaner, Esther Borja, Bola de Nieve, Rosa Fornés, Omara Portuondo, Pablo Milanés, Carmen Amaya, Cristina Hoyos, Antonio Gades, Carla Fracci y Alicia Alonso, nombres cuya sola mención le aportan prestigio al teatro.
Allí, por primera vez, Alonso bailaría Carmen, y justamente ella, la prima ballerina assoluta cubana, bautizó a la institución en 1985 como Gran Teatro de La Habana.
Por eso no sorprende que desde 2016 la institución sumara el nombre de la legendaria bailarina a su denominación oficial y acogiera en uno de sus espacios una estatua en bronce de Alonso en Giselle.
Desde la década de 1960, es la sede teatral del Ballet Nacional de Cuba y de los Festivales Internacionales de Ballet de La Habana, evento que atrae a la escena del histórico coliseo a las más grandes estrellas de la danza mundial.
En el siglo XXI, brillarían en el escenario Marcel Marceau, Sasha Waltz, Tamara Rojo, Alina Cojocaru, Natalia Osipova, Ivan Vasiliev, Johan Kobborg, David Hallberg, Vladimir Malakhov, por solo mencionar unos pocos y todos extranjeros; pero el listado real es interminable. (Fuente: Prensa Latina)