Por: Saylín Hernández Torres Especial de la ACN para Cubasí
La Habana, 15 may.- Ya coló la cafetera. Llega el aroma a mi casa en altos. Viene de la cocina de mamá en la planta baja. Aún no me llaman, pero están al hacerlo…
Recuerdo cuando fuimos cayendo poco a poco ante sus encantos. Todo empezó precisamente por ahí, por el olor. Mamá, mis hermanos y yo, uno a uno nos fuimos sumando al vicio que ya papá tenía, y el cual me atrevo a decir que ayudamos a afianzar.
Fundamos entonces, sin planearlo, la tradición de “el café de las cinco”. Algo así como la hora del té de los ingleses a nuestro más cubano estilo. Aunque en realidad era más como el café de la hora en que coincidíamos todos a la llegada del trabajo y la universidad
Buscando justificar aquel entusiasmo repentino por el preciado líquido, mi hermana trajo a la conversación que el café era una bebida antioxidante. Mi hermano le buscó, por su parte, propiedades afrodisíacas. Mas las teorías, comprobadas o no, cedieron ante la urgencia del debate cotidiano.
“La cola del pollo estuvo más larga que de costumbre”. “Los culeros desechables están perdidos”. “El examen de Física fue un “chícharo”. “Se me fue la guagua esta mañana”. “¿Por fin llevamos a los niños a pasear este sábado?” “La hierba del jardín ya hay que cortarla”. Así acompañábamos cada sorbo reunidos al borde del portal de mis padres, viendo a los pequeños corretear.
“Hoy te toca a ti preparar la cafetera que yo lo hice ayer.” “¿Por qué tu taza tiene más que la mía?” “¡Niños no arranquen las flores!”. “¿Mami como estás de la cervical hoy?”. “Papi deberías dejar de fumar”. Sin dudas, el mejor momento del día.
Por ahora estamos de cuarentena. Entre el trabajo a distancia de unos, el cese de las actividades laborales de otros y el cierre de las escuelas, casi todos logramos aislarnos de la Covid-19 en casa.
Pudiera parecer que, como estamos todo el día juntos, entre las teleclases, el artículo pendiente, la comida especial del bebé, el juego a los escondidos en el patio y las tareas del hogar, habría espacio para algún que otro cafecito más en el día. Eso quisiéramos. Lamentablemente el “Hola” nos dice adiós a mediados de mes y lasopciones alternativas se dificultan en medio de la pandemia. Por lo tanto, la tradición permanece.
Qué afortunados, pensaba hace poco. Tres generaciones bajo el mismo techo. “Juntos, pero no revueltos”, como dicen por ahí, cada uno con su pedacito. En las buenas y en las malas, para reír, llorar y consolar. Mamá y papá comentan a cada rato lo felices que son de tener tan cerquita a sus tres hijos y sus cuatro nietos, con los yernos incluidos en el paquete.
“La adversidad nos hace recordar que la auténtica alegría y el bienestar se encuentran en las cosas más sencillas de la vida, lo que verdaderamente vale, no tiene precio”, destacaba la doctora Patricia Arés, reconocida especialista en psicología de la familia en su reflexión publicada en el diario Granma el pasado dos de abril.
¡Cuánta razón! Nada como una situación como la que vive el hoy para replantearnos la significación de la familia como unidad básica de la sociedad y de nuestros corazones.
En este tiempo hemos sido el apoyo necesario en los días de más triste panorama, aquellos en que el doctor Francisco Durán anunciaba el aumento creciente de casos en el país o había que lamentar más muertes. También cuando el virus se aproximaba al barrio o a algún
amigo cercano.
Tuvimos una costurera improvisada que elaboró a mano nasobucos para todos. Nos hicimos de nuestros mandaderos designados, en lo que decidíamos si aventurarnos con tuenvío.cu; una chef de almuerzos colectivos en ayuda a los que seguimos horarios de trabajo desde casa; y una entusiasta entrenadora que a base de videos de Gym Virtual nosinvita a no perder la forma en medio de la ansiedad, aunque no le
hagamos mucho caso.
"¿No vas a tomar café?", ya me llaman. Bajo al momento a por mi taza. Ya están todos instalados al borde del portal.
Se acerca uno de los peques, siempre lo intentan: "¿Puedo tomar un poquito?". "Los niños no toman café porque se les pone el…", alguien les contesta en broma y se van sonriendo. Seguimos absortos en el aroma, el sabor, el momento…
Y comienza la tertulia… "¿sabían que hoy es el Día Internacional de la Familia?"