Por: Yamile Luguera. Especialista del Centro de Investigaciones Marinas (CIM) | Miembro Ordinario de la Sociedad Espeleológica de Cuba
La Habana, 29 may (RHC) El origen del manjuarí, ese extraño pez que se encuentra en algunos ríos de Cuba, se remonta al período carbonífero de la era paleozoica, cuando aparecieron los primeros reptiles, también es oriundo de otras partes semitropicales de América.
El nombre científico de la especie cubana es Atractosteus tristoechus y es uno de los peces esqueléticos más primitivos, de los primeros vertebrados del planeta y posiblemente el acoplamiento biológico entre los peces y los mamíferos.
Tiene un cuerpo cilíndrico, alargado y verde oscuro, parecido al de un reptil, su cabeza es plana y el cráneo tiene huesos externos y extremadamente duros. Puede alcanzar hasta dos metros de longitud.
Sus dientes son un arma, además de un aceite natural que cubre su cuerpo y le permite moverse con rapidez en el agua para atacar a sus presas y huir de sus depredadores.
Su hábitat se reduce a la Ciénaga de Zapata, la zona occidental de Pinar del Río y la Isla de la Juventud, áreas muy restringidas en las que se encuentra amenazado.
Es un verdadero tesoro de Cuba y otras partes semi-tropicales de las Américas. En otros tiempos fueron especies dominantes, pero en la actualidad constituyen verdaderas reliquias zoológicas, pues muchos de los animales que evolucionaron junto a él ya desaparecieron.
Está considerado como el pez de agua dulce más antiguo de Cuba, con aproximadamente 270 millones de años.
De reproducción ovípara; la hembra expulsa los huevos en la vegetación y varios machos fertilizan la puesta. Pasadas entre 70 y 96 horas, eclosionan y las larvas se fijan a las hojas o ramas y en 72 horas los alevines pueden nadar.
Las alteraciones de su hábitat natural, los cambios climáticos, la pesca y la introducción de peces que lo depredan, han ocasionado la disminución de sus poblaciones en los últimos años.
Precisamente una de las medidas implementadas para su conservación es la reproducción en cautiverio. Esta modalidad se aplica en la Estación Microbiológica Felipe Poey, en el Parque Nacional Ciénaga de Zapata, fundada en 1989 y parte de la red internacional de conservación del manjuarí.
Allí nacen anualmente miles de alevines a partir de un acertado trabajo de manejo y conservación. Una vez que los ejemplares alcanzan alrededor de 17 ó 20 centímetros, son liberados a su medio.
Para el cuidado y conservación de la especie y como parte de la educación ambiental impartida en estas áreas, se inició un movimiento denominado ¡Adopta un manjuarí!
Ya suman cientos los niños vinculados al proyecto en las escuelas primarias del territorio de la Ciénaga. El propósito del programa es interesar a las niñas y los niños de la enseñanza primaria en el conocimiento y cuidado de la fauna autóctona del humedal.
La Ciénaga de Zapata es el humedal mejor conservado del Caribe insular, declarado sitio Ramsar y Reserva de la Biosfera, abarca más de cuatro mil kilómetros cuadrados. Mil 670 de ellos constituyen terrenos cenagosos, que sirven como refugio a especies endémicas, autóctonas y más de 165 especies de aves migratorias.
El Manjuarí cubano (Atractosteus tristoechus), el Catán mexicano (Atractosteus tropicus) y el Mississipi Alligator Gar (Atractosteus spatula) son los únicos representantes de esta familia de fósiles vivientes y de ahí la inminente necesidad de su preservación en sus sitios habitacionales.
Un llamado a la conservación en el día de la biodiversidad, pongamos todos nuestro granito de arena para conservar el hábitat de estas reliquias vivientes.