Por: Guadalupe Yaujar Díaz
La Habana, 18 jul (RHC) El Salto del Caburní, en el Gran Parque Natural Topes de Collantes, en la central provincia de Sancti Spíritus, constituye una joya ecológica cubana que atrapa a nacionales y extranjeros.
Este salto, que da nombre a un área protegida de 200 kilómetros cuadrados, deviene símbolo distintivo del grupo montañoso Guamuhaya o Sierra del Escambray, por su majestuosidad y abrupto relieve; además, el sistema de cascadas está unido a lagunas y pocetas de aguas cristalinas, procedentes de manantiales cercanos.
El Caburní, una caída de alrededor de 64 metros, entre las mayores de la isla, se precipita entre un cañón inclinado, amplísimo, de rocas calizas enrojecidas por un cauce de rocas negras.
En una elevación de 800 metros sobre el nivel del mar, se extiende por 110 kilómetros cuadrados. La zona goza de un especial microclima, con temperaturas más bajas, humedad moderada y brisa agradable y constante.
El ambiente diverso y el aislamiento geográfico se envuelven en la magia que propician la fauna habitada por aves endémicas de la Isla -con más de un centenar de especies- y una flora espléndida.
En ese maravilloso hábitat, hace presencia el tocororo, Ave Nacional, la cual posee los mismos colores de la bandera cubana: azul, rojo y blanco; el gavilán y la cotorra. También habitan varios tipos de pájaros carpinteros, el minúsculo zunzuncito y los búhos más pequeños del Caribe insular.
Allí coexisten armónicamente siete especies endémicas de anfibios, entre los cuales sobresale la ranita Colín, considerada una de las más pequeñas del mundo y denominada así por el sonido que emite en días y noches de lluvia.
En esa atmósfera se reproducen, además, venados cola blanca, puercos jíbaros, codornices, jutías, moluscos, insectos, arañas y murciélagos.
Un sendero en forma descendiente nos traslada ,como éxtasis, en medio de distintas plantas, como la mariposa (Hedychium Coronarium Koenig), Flor Nacional de Cuba, la cual distingue un entorno en el cual crecen también unas 20 clases de pinos, 12 de eucaliptos y más de 100 plantas ornamentales, palmas altísimas, helechos y multicolores orquídeas.
La atractiva atmósfera que da vida al senderismo, puro ejercicio físico y del espíritu, trasciende una leyenda que cobra vida cuando habitantes de la zona le atribuyan al lugar el paso de un rayo de energía universal, que enriquece el escenario.
Con aguas que se deslizan por una ladera de más de 60 metros de altura, que semeja la cola blanca descomunal de un caballo, del Salto del Caburní y del Parque del cual es parte se divisa la villa de Trinidad, Patrimonio Cultural de la Humanidad (1988) y que atesora cinco siglos de fundada por los colonizadores españoles.