Por: Guadalupe Yaujar Díaz
La Habana, 27 jul (RHC) La ciudad de Santiago de Cuba, fundada en 1515 por el Adelantado Diego Velázquez arribó a su aniversario 505. (*)
Una de las ocho villas primigenias de la isla y la primera capital de la Isla hasta 1556, la ciudad atesora siglos de historia y tradiciones signada por el mestizaje reconocido por la Unesco, que le otorgó categorías patrimoniales a la primera plantación de café en el sudeste cubano y a la tumba francesa.
Dueña de estilos arquitectónicos que van desde el barroco más elemental hasta el neoclásico más refinado, sus calles nacieron del trazado de dos ejes direccionales: norte-sur y este-oeste y sus límites estaban, en el primer caso, en las iglesias de Santo Tomás y la de Santa Lucía.
El otro eje estuvo marcado por la iglesia de Santa Ana, más tarde la de Nuestra Señora de los Dolores, hasta el puerto situado en su hermosa bahía.
Así creció la urbanización de las viejas calles, llenas de fango en tiempos de fuerte lluvia y de polvo en época de seca.
Y tocó al Gobernador español Carlos de Vargas Machuca (1854-1860) el comienzo de los primeros arreglos de calles intransitables del centro histórico de la añeja urbe.
Luego de construidas las primeras aceras y, a partir de los ejes iniciales, como puntos de partida, se extendió la trama urbana. La calle de Santo Tomás fijó el eje norte-sur y la de las Enramaderas o Enramadas señaló el este-oeste.
Pero no es hasta 1881, que se colocaron las primeras tarjas de bronce con los nombres de las calles en las esquinas y se enumeraron las casas, reservándose los números pares para las aceras derechas y los impares para la zona izquierda.
Fueron los lugareños quienes dieron primeros nombres a esas vías, a partir de acontecimientos locales, de personas con cierta connotación y en los que no faltaron los sacados del santoral católico.
Posteriormente, en la república mediatizada las calles fueron bautizadas con nombres de patriotas o personalidades, así como también de hechos históricos.
No sería hasta finales del siglo XVIII y principios del XX, cuando Don Emilio Bacardí, primer alcalde electo por votación popular, empedrara las calles; la de Enramadas fue la primera en recibir los beneficios; posteriormente le siguieron las de Estrada Palma o Santo Tomás, Corona y parte de la Marina, actualmente Francisco Vicente Aguilera.
La emblemática calle Enramadas, la más comercial y transitada, exhibe el viejo esplendor de la ciudad, en medio de la modernidad que brindan los hoteles, cines y restaurantes.
En tanto, las legendarias y atractivas calles Padre Pico, Aguilera, Heredia, San Pedro y Calvario entre otras acogen una parte importante de la vida socio económica y cultural de la urbe.
Tres importantes avenidas: la de los Libertadores, la de los Desfiles y la Avenida de las Américas. Alrededor se halla el Complejo Monumental “General Antonio Maceo”, Plaza de la Revolución de Santiago completan el entramado urbano. Esta explanada acoge los principales eventos masivos de la ciudad y su diseño se inspira en la Protesta de Baraguá, durante la Guerra de Independencia que marcó el carácter rebelde de los cubanos. Sobresale la figura de Maceo a caballo, protagonista de dicha protesta. A su alrededor hay 23 machetes gigantescos, que recuerdan la principal arma de combate de los mambises durante las guerras de independencia; su número alude al reinicio de los enfrentamientos tras la Protesta de Baraguá, el 23 de marzo de 1878.
Y es precisamente del encantamiento de esas calles santiagueras provocado en el poeta español Federico García Lorca, que dejó constancia en los versos que le dedicó en el “Son a Santiago de Cuba” y la estrofa que reza: /Cuando llegue la luna llena/ Iré a Santiago de Cuba / Iré a Santiago/ En un coche de aguas negras/ Iré a Santiago/….
Ellos constituyen parte del patrimonio literario de esta ciudad, cuna de la Revolución triunfante de 1959.
(*) Título de Ciudad Héroe de la República de Cuba, y Orden Antonio Maceo, por su rica contribución a las luchas independentistas y la tradición de lucha de sus moradores.