Por: Guadalupe Yaujar Díaz
La Habana, 3 ago (RHC) Dolores María Ximeno Cruz, intelectual considerada entre las cubanas más eruditas de su época, falleció el 28 de julio de 1934. (*)
Colaboró en El Fígaro, Archivos del Folklore Cubano y la revista Bimestre Cubana, en la cual publicó Memorias de Lola María, prologada por Don Fernando Ortiz.
Mujer de fina sensibilidad, cultivaba el círculo de amistades en las tertulias literarias que se daban en su casa, frecuentadas por Nicolás Heredia y Vidal Morales y Morales.
En Memorias de María Lola, un clásico del género, la autora retrata casi al detalle estampas realistas de la sociedad matancera del siglo XIX y narra historias de sus familiares y antepasados.
Hija de una de las familias más acaudaladas de Cuba, relata particularmente acerca de la vida de su padre, José Manuel Ximeno y Fuentes (1824-1883) -el principal coleccionista de obras de arte de Matanzas y quizás de la Isla en su época-, y de su madre, María de los Dolores Joaquina de la Cruz y Vehil (1840-1913), ilustrada y rica heredera, a quien Ernesto Lecuona, años más tarde, le dedicara su zarzuela homónima Lola Cruz, y así su canción mundialmente famosa Damisela encantadora.
Lola María muestra su visión en la cual relata de sus abuelos Simón Ximeno Estévez e Isabel Fuentes y Rodríguez de la Barrera, además de su bisabuelo José Matías de Ximeno y Uzaola, bilbaíno que cimentó la fortuna que luego disfrutaron todos, gracias, en todas sus formas, al comercio del azúcar-, y de la familia en general, como su hermano, cuñada y el hijo de estos.
Es un círculo familiar en el que también entran el poeta yumurino José Jacinto Milanés Fuentes (1814-1863) y la muy bella muchachita a la que él doblaba en edad entonces y fue por quien se desbordó en amor y por eso perdió la razón, Isabel Ximeno (1828-1897).
Lola María Ximeno llegó a dominar inglés, francés e italiano y fue hereda de relevantes poetas o escritoras que le antecedieron en la literatura cubana.
La primera de ellas es la marquesa de Jústiz de Santa Ana, doña Beatriz Jústiz y Zayas (1733-1803), quien escribió en su nombre y en el de más de 100 damas habaneras al rey Carlos III una carta métricamente expuesta en la que denunciaba a los miembros de la gobernación en Cuba que permitieron, por poca habilidad y cobardía, que los ingleses hubieran tomado La Habana en 1762.
Le siguen María de las Mercedes de Santa Cruz y Montalvo, condesa de Merlin (1789-1852), quien escribía solo en francés, no solo por haberlo estudiado desde muy chica, sino por haber ido a vivir muy joven a París; Úrsula Céspedes (1832-1874); Luisa Pérez de Zambrana (1835-1922); Aurelia Castillo de González (1842-1920), casada con un oficial del Ejército español que la siguió en todo momento, como cuando ella fue expulsada de Cuba por sus simpatías por los mambises y se expatrió junto a ella; Mercedes Matamoros (1851-1906); Nieves Xenes (1859-1915) y las hermanas Juana (1877-1896) y Dulce María Borrero Pierra (1883-1945).
Mención aparte hace de Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873), la primera mujer que escribió una novela acerca de la esclavitud, Sab (1841), y quien fue una de las fundadoras de la narrativa social en Hispanoamérica.
Le debemos a Lola María Ximeno una inapreciable obra que develan las claves del esplendor y decadencia de la Atenas de Cuba durante el tránsito de los siglos XIX y XX.
(*) Lola María Ximeno (Matanzas; 29 de diciembre de 1866-Matanzas; 28 de julio de 1934)