Zoológio de piedras
Una selva de piedra se levanta en las montañas de Guantánamo: elefantes, leones, anacondas, cocodrilos… toman el lomerío. El entorno es atípico para esos seres, pero están allí «adaptados» por la fuerza de Ángel Íñigo Blanco de Anaya (y familia), quien hizo de inanimadas piedras calizas, vívidas esculturas de la fauna universal.
Le llaman Zoológico de Piedra y es considerado Patrimonio Cultural de Cuba. Este 21 de diciembre cumplirá 45 años de existencia, razón que motiva un proyecto de renovación general que implicará cambios a favor del arte y los servicios de allí.
LOS CIMIENTOS DE UN SUEÑO
Zoológico de piedra
El Zoológico está ubicado en la finca San Lorenzo, y posee hoy 428 piezas en exhibición (dos de reciente creación a manos del hijo de Íñigo Blanco), en dos caballerías de extensión, a 750 metros sobre el nivel del mar. Árboles frutales, maderables y de café crecen alrededor de las esculturas, dotándolo de un ambiente único.
Nunca fue fundado oficialmente, por eso se toma como referencia de la creación el 21 de diciembre de 1977, cuando Blanco de Anaya termina el primero de los animales en piedra: el león sonriente, así lo explica la directora de la institución, Yasmira Occonor Álvarez.
«Tenía 42 años cuando comenzó. Los vecinos lo creían loco, pero la curiosidad llevó a muchos niños de la escuela y a adultos del barrio a llegarse acá. El rumor del tallador desenfrenado de bestias se esparció y empezaron a llamarle a la zona el zoológico.
«Por 32 años estuvo Ángel Íñigo Blanco apegado a estas tierras, hasta el último minuto de su vida, incluso cuando no podía esculpir monitoreaba el trabajo de su hijo, continuador de la obra», apunta.
Íñigo era autodidacta, se formó como artista creando: con madera, barro, cera… Como campesino alternaba el trabajo en la zafra cafetalera y azucarera, y esculpía en su tiempo libre.
«El pueblo ayudó mucho en la creación del zoológico. Le regalaban libros con diferentes tipos de animales, revistas… Él captaba los rasgos esenciales y tallaba sin bocetos, usando instrumentos rústicos: hacha, barreta, cincel y escofina, pero con suma maestría.
«Con el tiempo complejiza la forma de sus obras –explica–, trataba de representar la ley de la selva, la lucha por la supervivencia, así aparecen tallados los animales atacando o devorando a otros».
El 26 de junio de 1985, el entonces miembro del Buró Político del Comité Central del Partido y ministro de Cultura, Armando Hart Dávalos, justipreció las esculturas de Íñigo, y se declaró el lugar Patrimonio de la Cultura Nacional.
Museo de piedra
«En 1987, Ángel Íñigo Pérez (hijo) se suma al padre. Su primera obra fue un burro acostado, pues se inclinó más por la parte humana. De él son los recolectores de café, el campesino, la yunta de bueyes, el arriero con los mulos, el bohío…
«Más recientemente se sumó a la familia el nieto, Ángel Íñigo Founier, con inclinación por esculpir y con formación académica. He visto crecer el sitio como centro cultural y recreativo. Al aumentar los visitantes se construyó en 1999, el recibidor, diseñado por el arquitecto Alberto Brauet, simulando una casita campestre, pero muy elegante», comenta Occonor.
«Luego, por sugerencia de los propios trabajadores, se crea el restaurante, y ya hay una parrillada. Tenemos un punto de venta de alimentos, y hace cuatro años se le hizo un taller al escultor; allí crea y vende réplicas en miniatura de las esculturas. Hay, además, un punto de Artex», apunta Yasmira Occonor.
UN PROYECTO SOSTENIBLE CULTURAL Y FINANCIERAMENTE
En 2015, las autoridades locales comienzan a idear el sitio como un proyecto para el desarrollo local, dadas sus potencialidades y valores culturales y turísticos.
Yeilien del Toro Leliebre, coordinadora de la iniciativa municipal, precisó a Granma que, inicialmente, la empresa de Comercio y Gastronomía emprendió las acciones de transformación.
«El Consejo de Administración, a partir de las recomendaciones de la visita gubernamental que lideró el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en el mes de febrero, decidió actualizar el proyecto, ahora bajo la responsabilidad de la Dirección de Cultura.
Zoológico de piedra
«Hasta la fecha, como parte de los cambios, hemos insertado diferentes formas de gestión, para la prestación de servicios: por ejemplo, en el restaurante mirador Las Piedras, donde trabaja una unidad empresarial de base de Comercio; y en la parrillada, en la que recientemente incorporamos al porcicultor Luis Enrique Simón Savón.
«Con Geocuba hicimos el mapa del Zoo con las piezas, y las principales características de la institución, y montamos las normas de comportamiento de los usuarios en la instalación», detalla.
A la par se reanimó la comunidad a la entrada del Zoo y se hizo un área de esparcimiento para los habitantes. Se pretende recuperar la venta de souvenirs con imágenes del zoológico, se rehabilita el vial, se mejoran el acceso a internet y la transportación mediante el encadenamiento con mipymes que poseen buses arrendados.
En una segunda etapa se prevé la construcción de un mirador en la parte alta del sendero; se podría practicar el turismo ecuestre (excursión en equino) y hasta ampliar el taller del artista. La idea es autofinanciarse.
Dania Barnier Freeman, directora municipal de Cultura, ve con optimismo el futuro del Zoológico de Piedra, único de su tipo en el mundo, aunque hay piezas de Íñigo en otros lares.
«La institución estrecha lazos con todos los sectores, pero el más directo es con la escuela local Rubén Batista, donde existen talleres para los niños y una vez por semana dialogan con el escultor y aprenden del tallado en piedra, para continuar la obra de los Íñigo.
«Tenemos espacios fijos: Entre luces, Entre piedras… –afirma–, a los que la comunidad asiste, propiciando la integración con el delegado para divulgar la historia del sitio y ayudar a salvaguardarlo. De Yateras llegan agrupaciones de changüí y toman el escenario».
La concreción del proyecto de desarrollo local traerá nuevos bríos a la zona y justipreciará el enclave.
Zoológico de piedra
Ese es el sueño de Ángel Íñigo Pérez (hijo), orgulloso continuador de la obra y de las aspiraciones del gestor del Zoológico de Piedra.
«Nuestro anhelo es ver el sitio lleno de niños, admirando los paisajes y animales. Aquí hay mucha historia y la gente merece disfrutarla, como lo hicieron, años atrás, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, el Comandante Juan Almeida, Eusebio Leal, Esteban Lazo, el escultor José Villa Soberón y muchos otros artistas y pintores.
«Hubo un año en el que hicimos encuentros nacionales de paisajistas de todas partes, inspirados en la belleza del lugar. Ahora se retomará la iniciativa, esta vez entre escultores, pero podemos hacer más, hay que darle vida a este sitio, usarlo más, para que las esculturas del Zoológico de Piedra perduren años, también en la memoria colectiva de los cubanos», afirma Íñigo Pérez. (Tomado del diario Granma)