Benny Moré
Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez, más conocido como Benny Moré, apodado El Bárbaro del Ritmo y El Sonero Mayor de Cuba, fue un cantautor cubano que además e un innato sentido musical, estaba dotado con una fluida voz de tenor, que coloreaba y fraseaba con gran expresividad.
Nació en Santa Isabel de las Lajas, en la actual provincia cubana de Cienfuegos el 24 de agosto de 1919 y murió en La Habana el 19 de febrero de 1963).
Moré fue un maestro en todos los géneros de la música cubana, pero destacó particularmente en el son montuno, el mambo y el bolero.3
Era el mayor de 18 hermanos de una familia afrocubana humilde y campesina. Por la rama materna la familia Moré estaría muy ligada al Casino de los Congos del barrio La Guinea.
Allí el niño recibió una influencia determinante para su futura carrera como músico, con ellos no solo aprendió a tocar el insundi, los tambores de yuka, los de Makuta y Bembé, invocadores de deidades (Orishas), con los cuales cantaba y bailaba a la perfección, sino también a interpretar el son, la guaracha y la rumba.
Transcurrió la infancia y adolescencia de Bartolomé, sin oportunidad de estudio o de empleo fijo. Fue mandadero, limpiabotas y cortador de caña, antes de canalizar su verdadera vocación, cantando con su guitarra por calles, restaurantes y parques.
Desde pequeño descollaron en él aptitudes para el canto y la improvisación, lo que demostró cuando apenas con 7 años escapaba para amenizar Guateques y fiestas en las cercanías.
Analfabeto musical era capaz de dictar a sus arreglistas lo que imaginaba con su fabuloso sentido de la armonía, los timbres, la rítmica. Y la voz densa pero lírica, alegre o melancólica, sensual y violenta.
Benny Moré
En el año 1935 Bartolomé Maximiliano Moré logró formar parte del grupo musical a través del septeto y por primera vez, el pueblo puede apreciar su voz, donde actuó como cantante. No conocía de música, pero poseía las condiciones innatas de un genio.
Alto y delgado, con su tradicional vestimenta de pantalones denominados “bataholas” por su anchura, tirantes , zapatos de dos tonos, coronado por un enorme sombrero alón y bastón -los cuales contribuían sin proponérselo a realzar sus actuaciones- conquistó a los más difíciles seguidores de la música afrocubana..
Llegó a La Habana en 1936 ocasión en que se vería obligado, junto a su tío Tomás Armenteros, a vender frutos y hierbas medicinales por los portales del Mercado Único de La Habana.
Con casi 20 años de edad, en 1940 Bartolomé se despidió de su madre y viajó escondido, indistintamente, en un tren y en un camión, a la Ciudad de La Habana donde se instaló definitivamente.
Desde entonces le vería por el célebre barrio de Belén, con una guitarra comprada en una casa de empeños, deambuló por cafés, bares y cantinas, lo expulsaban de muchos sitios lujosos, vivía en posadas muy pobres y cantó con el Cuarteto Cordero, el Septeto Fígaro y el conjunto Cauto que dirigía el reconocido tresero Mozo Borgellá.
Para suerte de él y de la música nacional, en una de sus correrías Siro Rodríguez, integrante del famoso Trío Matamoros, lo escuchó cantar en el bar del restaurante El Templete, de la Avenida del Puerto, y quedó muy impresionado por la voz y afinación del muchacho.
Comenzó su carrera musical, con el Conjunto del famoso compositor cubano Miguel Matamoros; al ingresar Benny pasó a ser la voz prima en sustitución de Miguel, el director.
La entrada de Bartolomé al conjunto de Miguel Matamoros se puede considerar su verdadero debut como cantante profesional, pues con dicha agrupación tuvo por primera vez un trabajo estable como músico y realizó sus primeras grabaciones en discos.
No solo tuvo un trabajo duradero, sino también realizó ese mismo año 1945 su primer viaje a México, país en el que se consagraría como cantor popular, por lo que al regreso de la agrupación decidió quedarse en la capital azteca, estadía que duró más de cinco años..
Al solicitar permiso a Miguel, Siro y Rafael, para su estancia, éste último le aconsejó cambiar su nombre artístico, pues en México les llaman “bartolos” a los burros. Así surgió la sugerencia de Rafael Cueto: “Recuerda que en México le dicen Bartolo a los burros. Quédate, pero cámbiate el nombre”, a lo cual él respondió: “Desde hoy, me llamaré Benny, Benny Moré”.
Músico cubano Benny Moré
Su carrera musical en 1948 saltó a la cima al encontrarse con el genial pianista cubano Dámaso Pérez Prado, artífice de la expansión del mambo, excelente oportunidad de trabajo con quien graba más de 60 discos y le sirvió además de puente para su consolidación definitiva como mítico cantor.
La nostalgia por su familia, amigos, por la Patria, y el deseo de obtener laureles en su Isla, donde consideraba que no era conocido lo suficiente, le hicieron regresar a su Lajas querida.
El sonero mayor retorna definitivamente a Cuba, había dejado atrás comodidades, satisfacciones materiales y espirituales, amigos y hasta los amores que no suelen faltar a los triunfadores, con el deseo de triunfar entre los suyos.
Sus actuaciones en la cadena oriental, le proporcionaron su primer triunfo en Cuba y de ahí en adelante fue ascendiendo los peldaños de la fama. Como Benny Moré era artista exclusivo de la RCA Víctor, esta firma reclamó su presencia en La Habana para hacer distintas grabaciones.
Para cumplimentar este compromiso daba viajes alternos a La Habana y así mantenía su compromiso con la cadena oriental de radio. En uno de esos viajes a la capital, se produciría su reencuentro con el inolvidable Miguel Matamoros.
El locutor y presentador Ibrahim Urbino, lo bautiza como “El Bárbaro del Ritmo” y ese año, actuó con la orquesta de Ernesto Duarte, se presenta en la emisora Mil Diez de la RHC Cadena Azul y estrenó el ritmo “Batanga” con la orquesta de Ritmos de Cuba de Bebo Valdés.
En la capital cubana se hizo maestro del género dominante: el Bolero.
Era tan admirado por el pueblo que cuando Benny cantaba en el Centro Gallego de la capital, se desbordaba las aceras y los jardines del Capitolio Nacional para escucharlo.
Figura cimera del son cubano, también llamado el Sonero Mayor, muchas de sus composiciones le brotaban en los momentos y lugares más inesperados, mientras se bañaba o a la hora de comer.
Debido a su sensibilidad musical Benny Moré podía abarcar en sus canciones todos los matices; lo patético, socarrón, dicharachero, lánguido, amoroso, satírico, franco, irónico, altanero, arrullador, estallante e idílico.
De hecho, sus grandes cualidades más su afán de dar al pueblo lo mejor de su arte y de sí, desarrollaron en él el cantante completo, que interpretaba a la perfección con dominio absoluto las combinaciones armónicas y formas musicales.
A pesar de no haber cursado estudios académicos, poseía condiciones naturales excepcionales, unido a su gran experiencia auditiva, ya que desde niño se había familiarizado con todos los géneros musicales de nuestro país.
Ya con fama y prestigio bien ganado, decidió formar su propia orquesta. Su primera banda gigante con él como director, compositor y cantante, su querida tribu, como solía llamarle, con percusión cubana.
Con su fama y el prestigio de su nombre, no le fue difícil a Benny agrupar, por los meses de julio y agosto de 1953, algunos de los mejores instrumentistas del país, con el fin de formar su primera Banda Gigante.
El 3 de agosto de 1953 debutó con su orquesta La Banda Gigante que puso el alto ritmos como el son, la guajira, el afro, la rumba, el montuno y el bolero.
Benny Moré y la Banda Gigante
Con ella canta sus boleros, guarachas, sones montunos, en su estilo único y se sitúa en la cima de nuestros cantantes populares. Por la alta audiencia de la emisora, la nueva orquesta de Benny Moré fue conocida de inmediato en toda Cuba, y los contratos para amenizar bailes y verbenas no se hicieron esperar,
Para 1954 la orquesta es una de las preferidas por los bailadores cubanos y desde ese momento su vertiginoso ascenso lo llevó a actuaciones en el famoso cabaret Montmartre, teatros, salones de baile y centros nocturnos que se disputaron la presencia del Bárbaro del Ritmo con su “tribu” como le llamaría a su orquesta.
Esa temporada grabó dos antológicos boleros interpretados a dúo con el tenor mexicano Pedro Vargas y con el acompañamiento de su banda, realizadas en los estudios de Radio Progreso el 6 de abril, “Perdón” y “Obsesión”, ambos composiciones del puertorriqueño Don Pedro Flores Córdoba.
Entre 1955 y 1956 paseó su repertorio por Venezuela, Colombia, Haití, Perú, Panamá, Estados Unidos y Puerto Rico, escenarios en los cuales dejó su impronta junto a otros grandes del pentagrama.
Viajó a los Estados Unidos en 1957 y 1958 para presentarse en Los Ángeles y Nueva York. En Hollywood amenizó la ceremonia de entrega de los Premios Oscar.
Por esos años varios de los fundadores de la banda abandonaron la agrupación y él organiza una nueva, momento en el cual ingresa Generoso “El Tojo” Jiménez, en calidad de trombonista y arreglista de los números.
Su voz recorrió junto a su Banda Gigante etodo el país. Además actuó en el cabaret Caribe del Hotel Habana Libre, en los jardines de La Tropical y La Polar, Cabaret Sierra, Night and Day, por citar algunos; mientras los cabarets Montmartre y Tropicana, constituyeron sitios que mostraron cómo El Bárbaro podía llenarlo todo y a cualquier hora.
Entre 1958 y 1962 la salud del Bárbaro del Ritmo comienza a deteriorarse, de un lado por la gran cantidad de compromisos y, de otro lado, su vida desordenada empeora aún más la situación. Su médico y amigo, el doctor Luis Ruiz Fernández, le diagnostica una grave cirrosis hepática.
El Benny, se cuidó de su dolencia dejando de ingerir bebidas alcohólicas, pero no hizo el imprescindible reposo, sino todo lo contrario: incrementó su actividad musical. Era constante su presencia en bailes, cabarets, radio y televisión, y a pesar de su fortaleza física, cada día se quebrantaba más su organismo.
Sepelio de Benny Moré
Falleció en La Habana, tres días después de su última presentación en el pueblo de Palmira, muy próximo a Cienfuegos. Apenas tenía 43 años de edad, y todavía le esperaban muchos años de triunfos, por su privilegiada voz y estilo finísimo con el que paseó la música de nuestro país y reverenció la cultura cubana.
Figura imperecedera de la música popular cubana a 54 años de su muerte, (cirrosis) el genial vocalista sigue siendo acreditado como uno de los más grandes cantantes que jamás haya dado el Caribe y admirado por las actuales generaciones. (Recopilación internet)