Por: Guadalupe Yaujar Díaz

La Habana, 13 mar (RHC) Hace pocos días, La Habana acogió la segunda edición de La Ruta de Mozart, evento en función única que permitió escuchar en vivo los 24 cuartetos de cuerdas del genio austriaco, en las distintas plazas del Centro Histórico capitalino.

La cita, de celebración internacional, es promovida por el pianista y compositor cubano Ulises Hernández -quien conduce el Lyceum Mozartiano de La Habana desde su fundación en 2009- y la dirección musical del maestro norteamericano Michael Dabroski, líder del Vermont Mozart Festival, de Estados Unidos.

De regreso a su país, en declaraciones exclusivas a Radio Habana Cuba vía telefónica desde Vermont, el destacado violinista explicó:

“Si la emoción y el interés por La Ruta de Mozart aumentan cada año, como parte de la comunidad cubana, es un placer para mí participar y participar tanto como pueda ser útil e ingenioso. Creo que este festival puede resaltar la grandeza de Cuba, presentar a la gente la belleza de Cuba y apoyar la educación para personas de todas las edades”.

A propósito de la capital cubana y sus gentes, declaró sentirse honrado de ayudar a nutrir e integrar la belleza de la ciudad con conciertos de la música de Mozart.

Consideró que el Genio de Salzburgo es fundamental para conectar la división del tiempo, si se consideran las edades de La Habana (500 años), Mozart (263 años) y la actualidad.

Necesitamos encontrar formas de preservar la cultura y, al mismo tiempo, permitir la relevancia hoy, acotó.

Dijo que Eusebio Leal Spengler, director de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, brinda mucha atención a la urbe y al país, en un contexto de notable visión.

Para Dabroski, la música de Wolfgang Amadeus Mozart es fuente de inspiración, compartida mutuamente entre el pueblo cubano y él en su papel de oyente, intérprete u organizador.

La Ruta de Mozart nos permite disfrutar y descubrir la música juntos, al tiempo que me inspiran los talentosos músicos cubanos que forman grupos con el propósito de ensayar y tocar a Mozart, remarcó.

Destacó la visión de Ulises Hernández, director del Lyceum Mozartiano de La Habana, y comentó que ambos tienen un objetivo común de excelencia artística:

“Nos hacemos accesibles al público que asiste a los numerosos conciertos y podemos crear más audiencias, si hacemos que los eventos sean de alta calidad y diversión. Las diversas plazas y el Oratorio San Felipe Neri -residencia del Lyceum- ofrecen los lugares perfectos para este tipo de experiencia musical, valoró.

La intención principal de Dabroski es promover el conocimiento de la música clásica a partir del concierto integrado, dentro de las plazas, lo cual ayuda a que las personas asistan, discutan y compartan el espectáculo.

“Se trata de romper los patrones rígidos, pues el modelo de concierto lleva música a las personas, en comparación con las personas que encuentran la música en una sala de conciertos tradicional”.

Consideró que ambas son excelentes opciones, pero el público de La Ruta de Mozart es fluido y cambia a lo largo del día.

“Tal curiosidad ayuda a compartir la idea de que las personas asistan a un concierto inmediatamente sin un boleto, esperando en la fila o sentados durante todo el evento. Los sonidos de la ciudad se integran como parte de la vida del concierto”.

Enfatizó que las personas pueden descubrir una hermosa plaza, música o joya visual de una manera diferente, sin comprometer la excelencia musical.

La idea de una Ruta Mozart que uniera la música del Genio de Salzburgo y la belleza de la capital cubana se le ocurrió a este violinista estadounidense, organizador del Vermont Mozart Festival, proyecto que ofrece becas de verano durante 3 semanas a músicos altamente talentosos.

Mientras llega la próxima edición en La Habana, una meta de Dabroski, es “encontrar a la persona que puede vivir como artista para que se desempeñe bien y también contribuya a la sociedad de diferentes maneras, a través de su música”.