por María Josefina Arce

De agresiones de todo tipo de la oligarquía nacional y extranjera es objeto hoy Venezuela, una nación que bajo la revolución Bolivariana cambió la vida de los venezolanos, sobre todo de los sectores más humildes, pero también de otros pueblos, al ser un ejemplo de solidaridad.

Por eso como afirmara el presidente cubano, Raúl Castro, apoyar a Venezuela significa también luchar por la plena emancipación y la integración latinoamericana y caribeña, por la que ha trabajado tanto esa nación sudamericana.

El encuentro en La Habana por el aniversario 12 del ALBA, Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, devino en una fuerte muestra de apoyo al proceso bolivariano, que junto a Cuba dio vida a este mecanismo de integración que cambió las relaciones de los pueblos del área al impregnarlas de un espíritu humanista.

No podemos olvidar que Venezuela, bajo el liderazgo del fallecido presidente Hugo Chávez, ha sido promotora de además del ALBA, de otras iniciativas como  en busca de la independencia energética de la región.

Este programa, que busca poner fin a las asimetrías en el acceso a los recursos energéticos, ha incentivado un nuevo esquema de intercambio favorable, equitativo y justo.

Caracas también promovió la constitución de la CELAC, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, un bloque que agrupa a las 33 naciones de la zona y no cuenta por primera vez con la presencia injerencistas de Estados Unidos.

Pero este avance de América Latina y el Caribe hacia su plena independencia, liderado por naciones con gobiernos progresistas como Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, no conviene a los intereses de la derecha latinoamericana, que apoyada por Estados Unidos, intenta volver a un pasado neoliberal de hambre y miseria.

Recordemos los golpes parlamentarios contra Fernando Lugo, en Paraguay, y el más reciente contra Dilma Rousseff, en Brasil. Mucho antes Manuel Zelaya, en Honduras, también había sido objeto de las sucias artimañas de la derecha.

De ahí que la nación sudamericana haya sido objeto de acciones como una guerra económica que busca crear el descontento popular, mediante la especulación, el acaparamiento y el contrabando, además de la extracción de billetes hacia Colombia y el dólar paralelo operado desde Estados Unidos.

Asimismo en los últimos días se han registrado ataques cibernéticos contra la banca venezolana, provocando la caída de Internet y fallas en la plataforma digital de intercambio comercial.

En el plano internacional Venezuela se ha visto separada ilegalmente del MERCOSUR, Mercado Común del Sur, una medida injusta, a lo que se ha sumado la negativa a permitir a ese país que participara en las últimas horas en una reunión de ese mecanismo en Buenos Aires, la capital de Argentina.

Cuba denunció el empleo de la fuerza policial y una violencia desmedida contra la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, peligrosa acción de la que también fue víctima su homólogo boliviano, David Choquehuanca.

En una declaración el Ministerio cubano de Relaciones Exteriores afirma que nada justifica el empleo de la agresión física contra representantes oficiales de otros gobiernos, al tiempo que señala que estos lamentables hechos no hubieran tenido lugar si se hubiese atendido a los reclamos de Venezuela.

En todo momento el gobierno bolivariano ha expresado su disposición al diálogo y la negociación para poner fin a esta situación, alentada por Argentina, Brasil y Paraguay, países miembros de ese mecanismo integracionista.

Como bien señalara el presidente cubano, Venezuela es víctima de un gran asedio y de una hostilidad sin precedentes de las fuerzas históricamente enemigas del progreso en nuestra región. Por eso, enfatizó, ser solidarios con Venezuela implica tener conciencia de qué podría ocurrir en este hemisferio si prevalecieran quienes buscan reconquistar las inmensas riquezas de ese país y fomentar el odio y el enfrentamiento.