Divorcio complicado

Edited by Maite González Martínez
2017-06-13 10:09:18

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Por: Guillermo Alvarado

El proceso de separación entre el Reino Unido y la Unión Europea, más conocido como “brexit”, se complicó de mala manera para la parte británica luego del fracaso de la primera ministra, Theresa May, en las elecciones legislativas anticipadas, donde perdió la mayoría de que su partido, el Conservador, disfrutaba en la Cámara de los Comunes, uno de los cuerpos que componen el Parlamento en ese país.

La señora May convocó a las urnas en abril pensando que la diferencia de 20 puntos que su partido le llevaba entonces a sus principales rivales, los Laboristas, serían suficientes para afianzar su poder y negociar la separación con el bloque continental imponiendo duras condiciones a sus otrora socios.

¿Error de cálculo? ¿Azares de la veleidosa política? Como quiera que sea, ahora es la jefa de gobierno la que está apurada, y ya no sólo porque quedó en una posición de extrema debilidad para negociar el brexit, sino inclusive para mantener su cargo, porque aún dentro de su propia formación política hay voces que ya reclaman su cabeza y el nombramiento de una persona más indicada para salvar los muebles del gobierno.

El líder laborista, Jeremy Corbyn, pidió la renuncia de la primera ministra y que se le abra paso a un gobierno encabezado por él para negociar un divorcio en términos más suaves, que mantengan al Reino Unido dentro del mercado común europeo y los acuerdos fiscales y aduanales firmados, reconocer la libre movilidad de las personas y las garantías de los trabajadores que son originarios del bloque continental, muchos de los cuales ya comienzan a abandonar sus puestos ante el temor de una expulsión masiva.

Será difícil que los conservadores dejen que los laboristas hagan gobierno, pero sin duda tendrán que suavizar los términos de la separación luego del desastre electoral.

En el ínterin, la señora May se esfuerza por formar un nuevo gobierno en alianza con el Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte, pero esa también es una apuesta delicada porque puede poner en peligro la paz en esa volátil región.

Muchos irlandeses de distintas orientaciones políticas rechazan un pacto con los conservadores, aunque sólo sea para aprobar leyes en el parlamento, por lo que los unionistas tendrán que pensar muy bien antes de dar ese paso.

En este contexto no extraña el viaje de la primera ministra para encontrarse este martes con la nueva estrella de la política europea, el presidente de Francia Enmanuel Macron, y tratar estos peliagudos temas durante una cena privada, previa a la asistencia de ambos a un partido amistoso de fútbol entre las selecciones de los dos países.

Mientras esto ocurre, en una clara demostración de pugilismo político y siguiendo aquella regla del boxeo de “pega donde ya duele”, el vocero de la Unión Europea, Alexander Winterstein, dijo el lunes que Bruselas ya está lista para iniciar de inmediato las negociaciones del brexit esta misma semana. “Estamos preparados, hiperpreparados”, dijo el funcionario, para poner más contra las cuerdas a sus antiguos socios del otro lado del Canal de la Mancha.

La señora May estaba bien, pero quiso estar mejor. Quizás si hubiese meditado en un par de proverbios habría evitado estos malos momentos; uno dice que la avaricia rompe el saco, y el otro nos recuerda que tanto va el cántaro a la fuente, que al final se parte. FIN

 



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