Colombia: a construir la paz

Edited by Maria Calvo
2017-06-27 10:49:20

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por Guillermo Alvarado

Las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo, las FARC-EP, la guerrilla más grande del país sudamericano, finalizaron la dejación de las armas y se aprestan a comenzar el proceso más arduo y trabajoso hacia la construcción de la paz, como lo es la incorporación a la vida civil y política.

En total, siete mil 132 fusiles de diferentes calibres están ahora en las manos de una comisión internacional de verificación, que tiene la tarea de destruirlas y construir monumentos simbólicos a la paz que serán erigidos en distintos lugares de la geografía colombiana.

Los rebeldes conservan en sus manos todo el arsenal necesario para garantizar la seguridad en los 26 campamentos, llamados también zonas veredales, donde están albergados alrededor de siete mil insurgentes, que pasarán a ser zonas de capacitación y preparación al retorno a la sociedad.

Quizás este sea el símbolo más claro de la diferencia entre los conceptos de desarme, como manejan muchos medios, y dejación de las armas, como está escrito en los acuerdos de paz. En términos militares, ambas palabras no son sinónimos.

Las FARC-EP dejaron muy claro que no se desarmarán, sino que dejarán las armas en manos de un tercero, en este caso la comisión de la ONU, lo que implica un proceso que puede estar condicionado al cumplimiento de los compromisos asumidos por ambas partes hasta obtener garantías de seguridad y del respeto a los derechos humanos, civiles y políticos de los excombatientes.

En lugar de ser una fuerza derrotada, la insurgencia pasa ahora a luchar por los mismos objetivos, pero utilizando otros medios donde las armas dejan de ser la vía fundamental para alcanzarlos.

En frente está ahora un camino plagado de dificultades, porque el silencio de los fusiles no es la paz. Si acaso, significa el comienzo de su construcción como nos enseñaron otras experiencias vividas en nuestra región, algunas positivas, como la de El Salvador, y otras un lamentable fracaso, como la de Guatemala.

En Colombia hay fuerzas poderosas que se oponen al fin del enfrentamiento, dispuestas a todo para frenar este proceso, como ya lo demostraron los autores de un atentado en un centro comercial en la ciudad de Bogotá.

También falta completar las negociaciones con la segunda fuerza rebelde, el Ejército de Liberación Nacional, en estos momentos apenas incipientes.

Por si fuera poco, el país está a punto de comenzar una agitada campaña electoral de cara a los comicios presidenciales del 27 de mayo de 2018, dentro de once meses, de donde saldrá el gobierno al que corresponderá llevar a la práctica la mayor parte de lo acordado entre el gobierno y las FARC-EP.

Vienen tiempos complejos y sin duda alguna el tema de la paz formará parte de la contienda comicial, tanto entre quienes la buscan con sinceridad, los que la adversan con vehemencia y otros que simplemente tratarán de aprovecharse del tema para ganar algunos votos.

Un río revuelto donde la voluntad política, el valor de los protagonistas y una clara visión de futuro serán imprescindibles para mantener el rumbo deseado.



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