Una vez más se puso a prueba la capacidad de movilización de los cubanos al acudir masivamente, con entusiasmo y certeza del deber cumplido, a las urnas para elegir a diputados y delegados de los gobiernos provinciales, con mandato de cinco años.

El ejercicio del sufragio constituyó un hito en la segunda etapa de los comicios generales 2017-2018 que culminará el 19 de abril con la elección de los miembros del Consejo de Estado y su presidente.

La jornada transcurrió con tranquilidad, como es habitual, y en ella prevaleció el dinamismo para determinar los mil 265 delegados a las asambleas provinciales del Poder Popular y los 605 diputados a la Asamblea Nacional.

Se trató de aspirantes cuya mayoría procede de una cantera de más de 12 mil propuestas surgidas en reuniones de nominación en casi 46 mil comunidades del país.

También se añadieron a esa plataforma los nombres de directivos partidistas y gubernamentales y otros hombres y mujeres de sobresaliente ejecutoria en la vida nacional.

Todos ellos sugeridos por comisiones de candidaturas en representación de organizaciones de masas, a las que pertenece la mayoría de los cubanos, y unidos por un denominador común, su vocación de servir al país.

O sea, para ocupar un escaño en el parlamento un ciudadano debe pasar por una exhaustiva selección, demostrativa de los méritos correspondientes, constatados por los electores.

De ahí la confianza de las personas cuando acudieron a las urnas porque sabían de la calidad humana y profesional de los postulados.

En el sosiego de la jornada también influyó la abnegada labor de cerca de 200 mil autoridades electorales encargadas de supervisar la legalidad.

En esa función destacaron jóvenes y estudiantes de la enseñanza media superior y las Universidades.

Por esa vía las generaciones bisoñas respaldaron el proceso electoral y ganaron una experiencia decisiva en su formación ciudadana.

El ejercicio del sufragio representó un acontecimiento político, una nueva victoria popular y un testimonio de cómo los cubanos ejercen su derecho soberano de defender un proyecto social democrático, con características propias, apegadas a la idiosincrasia local.

Con el aval a los candidatos otorgado mediante la alta concurrencia a las urnas, los asistentes subrayaron su afán por sostener la unidad.

Ese atributo constituye un baluarte para sortear insuficiencias internas, perfeccionar el sistema del Poder Popular y enfrentar el bloqueo estadounidense.

Más de ocho millones de cubanos hicieron una selección entre los mejores y más capaces compatriotas para que los representen en el órgano legislativo supremo y tomen en ese ámbito decisiones clave para la nación.