Por: Guillermo Alvarado

La vida de la población palestina que está bajo dominación sionista en los territorios ocupados de Cisjordania, o en la Franja de Gaza, podría empeorar en 2019 debido a las elecciones parlamentarias anticipadas en Israel y la obstinación del primer ministro, Benjamin Netanyahu, por mantenerse en el poder a toda costa.

El jefe de gobierno, miembro del partido Likud, tratará de evitar que la organización ultraderechista Hogar Judío se le adelante en la preferencia de los electores, por lo que es de prever que habrá un deterioro acelerado de las condiciones para los palestinos como una forma de satisfacer a un amplio número de votantes, sobre todo los habitantes de las ilegales colonias edificadas en suelo ocupado.

En los últimos meses estos colonos han denunciado lo que consideran un “ablandamiento” del régimen de Tel Aviv en Cisjordania y exigen más mano dura contra los palestinos que protestan por el despojo de que son víctimas.

De acuerdo con el autor Ben White, durante la pugna electoral Netanyahu podría verse orillado a romper lo que denomina “el equilibrio” de la ocupación: aplicar la suficiente represión como para someter a la resistencia, pero no tanta como para provocar un levantamiento más amplio.

Se trata, en suma, de un infame juego donde toda una población, la palestina, sirve como moneda de cambio electoral y del que ya comienzan a verse los primeros indicios.

El ministro de Seguridad Pública del régimen sionista, Guilar Erdán, anunció severos cambios a partir de este año en contra de los palestinos que están encarcelados por su vinculación con organizaciones populares.

La primera medida es no permitir la convivencia en un espacio común de los que pertenezcan a un mismo grupo, ya sea Hamás o Al Fatah, por ejemplo, con el propósito de impedir el fortalecimiento de la identidad orgánica y tratar de romper la moral de los militantes detenidos.

Otra iniciativa de Tel Aviv fue aprobar la construcción este año de unas dos mil viviendas en territorios palestinos ocupados en Cisjordania, a pesar del rechazo que esta política causa en la ONU y hasta en algunos gobiernos occidentales.

Esta podría ser la respuesta de Netanyahu a las demandas de algunos israelíes de que se apliquen mayores castigos colectivos contra los palestinos, que incluyen limitar aún más la libertad de movimientos, la demolición de sus casas, imponer sanciones a sus autoridades e incrementar la colonización de su tierra.

También hay una campaña mediática para hacer creer al mundo que los jóvenes palestinos son formados en las escuelas y mezquitas en un régimen de odio y afán de destrucción y que comparar al sionismo con el apartheid es una mentira antisemita.

No mencionan, por ejemplo, el efecto que provoca en una persona el hecho de vivir permanentemente bajo un régimen militar de ocupación que roba sus tierras, destruye sus viviendas, asesina a sus familiares y encarcela a sus amigos. Si hay una escuela de odio en esa región, esta es precisamente la política sionista contra un pueblo que lo ha perdido casi todo, menos su afán de libertad.