Bolsonaro quiere destruir la Amazonía

Edited by Lorena Viñas Rodríguez
2019-07-31 08:45:21

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Foto: Archivo.

Por: María Josefina Arce

Durante el gobierno del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, la Amazonía, de la cual ese es uno de los dos países que mayor extensión posee, está muriendo. Datos oficiales mostraron que en junio se registró un aumento de 88 por ciento de deforestación de la selva amazónica, en relación al mismo mes de 2018.

Ya en los últimos 17 años la Amazonía suramericana había perdido cerca de 30 millones de hectáreas de su bosque nativo o primario, de acuerdo con Ecociencia, filial ecuatoriana de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georeferenciada.
En ese mismo periodo se registró un crecimiento del 41% de la agricultura y la ganadería en esa región, añade el informe.

Sin embargo, el ultraderechista mandatario en su empeño de legalizar la minería en esa zona ha cuestionado la credibilidad de las estadísticas, y lo achaca todo a lo que ha llamado “psicosis ambiental” en torno a la protección de la Amazonía.

Quizás el cuestionado presidente brasileño desconoce que considerada como el pulmón del planeta, esa área tiene una biodiversidad única y es una de las más ricas de la tierra.

¿Sabrá Bolsonaro que de las 483 especies de mamíferos existentes en su país, 324 viven en esa zona, mientras que de los 141 tipos de murciélagos, 125 pueblan esa región?.

No seguro que no, como tampoco debe saber que de 2010 al 2014, tras años de recolección y análisis en la zona del Amazonas se descubrieron 14 nuevas especies de plantas y 155 de animales.

Y toda esa biodiversidad, que constituye una reserva estratégica para la supervivencia del ser humano, Bolsonaro la quiere destruir por sus pretensiones de abrirla a la explotación minera, maderera y la ganadería.

En mayo pasado en una carta conjunta, ocho antiguos ministros brasileños de Medio Ambiente afirmaron que "Lo que nos espera es el riesgo de una deforestación desmedida de la Amazonía", y señalaron que el país necesita reforzar las medidas de protección en vez de debilitarlas.

Pero Bolsonaro parece empeñado en pagar a los sectores económicos que lo apoyaron durante su campaña presidencial con la devastación del área, donde además habitan pueblos ancestrales.

Esta es otra de las aristas del problema que el presidente brasileño quiere dejar de lado. La pasada semana el líder indígena Emrya Waiapi, de la comunidad waiapi, fue asesinado en un ataque cometido por un grupo de mineros ilegales armados, que además habrían ocupado sus tierras en el estado amazónico de Amapá.

Cerca de 1.300 indígenas waiapis viven en esa región rica en hierro, manganeso, cobre y oro, y que está en un área remota de la selva, donde enfrentan crecientes presiones de mineros, ganaderos y madereros, especialmente desde que asumió el poder el ultraderechista Jair Bolsonaro.

Pero el mandatario ha puesto en duda el asesinato del líder indígena, condenado por la ONU que calificó de preocupante el creciente problema de la intrusión en tierras indígenas.

La política propuesta por el gobierno brasileño de abrir más zonas de la Amazonia a la explotación minera crea riesgos de inducir a incidentes violentos, intimidaciones y asesinatos como el que sufrió el pueblo waiapi la semana pasada, señaló.

Lo cierto es que en los siete meses que lleva en el poder Bolsonaro ha adoptado decisiones y formulado declaraciones que confirman que le interesa más el papel de Brasil como potencia agrícola exportadora, que como cuidadora del Medio Ambiente y en especial de la Amazonía, esencial para frenar el calentamiento global.

Otro aspecto en que el mandatario brasileño emula con su colega norteamericano, Donald Trump, quien en cierta ocasión afirmó que el calentamiento global es un invento de China.



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