Victoria popular contra paquete neoliberal

Edited by Maite González Martínez
2019-10-14 07:56:18

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Por: Guillermo Alvarado

Luego de incendiar a Ecuador con una serie de medidas de corte neoliberal impuestas por el Fondo Monetario Internacional, FMI, al presidente Lenin Moreno no le quedó más remedio que dar marcha atrás ante la formidable respuesta popular, en particular de las organizaciones indígenas.

Se le atribuye a Nelson Mandela haber dicho que se reconoce que un régimen está a punto de caer, cuando lo único que le queda en las calles es el ejército, y esa fue exactamente la situación del ejecutivo ecuatoriano después de 12 días de protestas, cortes de carreteras y marchas por todo el país.

Carente de ideas y otros recursos, al presidente no le quedó sino lanzar a la policía y a los militares contra su propio pueblo, lo que no hizo sino acrecentar la ira y el repudio dentro y fuera de la nación, hasta llegar al momento en que ni siquiera la prensa de derecha pudo ocultar lo que estaba ocurriendo.

Desde el principio Lenin Moreno no las tenia todas consigo, pues al nada más comenzar las protestas, salió a buscar refugio en la ciudad de Guayaquil y aunque debió volver a la capital, su paradero siempre fue un misterio.

Ya para el sábado la situación era insostenible, sobre todo porque a la fuerza de las comunidades indígenas se unieron otros sectores, como los estudiantes y organizaciones sociales que no se rindieron ante la brutalidad de la represión, la imposición de un toque de queda y la militarización de sectores estratégicos de la ciudad de Quito.

El presidente se vio forzado a dar la cara y escuchar las demandas de sus oponentes, que en su mayoría fueron expresadas con gran claridad y se resumieron en dos temas clave: la derogación del decreto 883, que eliminaba el subsidio a los combustibles y establecía leoninas condiciones laborales; y el cese inmediato de la represión.

Entrada la noche del domingo se anunció lo que el pueblo ecuatoriano aguardaba con impaciencia, el decreto quedaba eliminado y se daba paso a un diálogo nacional para buscar buscar una solución a largo plazo.

Evidentemente derrotado, un Lenin Moreno cabizbajo solo atinó a hilvanar unas pocas palabras, luego de escuchar al líder la Confederación de Nacionalidades Indígenas, Jaime Vargas, quien le recordó el elevado costo que pagó el pueblo por la represión que el mismo presidente ordenó ejecutar.

Aunque el mandatario y su secretario de gobierno, Juan Sebastián Roldán, insistieron en que el decreto 883 tenía como objetivo detener la especulación y el contrabando del combustible, todo el mundo sabe que fue resultado de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, a cambio de recibir un crédito multimillonario.

Para esta América Nuestra la victoria de los ecuatorianos es un aliciente, un ejemplo y un compromiso. Quedó demostrado que ante una voluntad inquebrantable el neoliberalismo puede ser derrotado y que los servidores públicos sólo son eso y nada más, porque el poder radica en el pueblo.



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