Por María Josefina Arce

La historia de América Latina con intervenciones militares de Estados Unidos y su apoyo a golpes de estado es una alerta para los gobiernos progresistas de la región, y en estos tiempos en especial para Venezuela, objeto de constantes acciones hostiles en los últimos tres años.

En varias ocasiones el presidente estadounidense, Donald Trump, ha dicho que en el caso venezolano todas las opciones están sobre la mesa, por lo que la variante militar está también en juego.

De hecho no se ha cansado, a través de la OEA. Organización de Estados Americanos, de incentivar el uso de la fuerza contra la nación
sudamericana.

Con el respaldo del secretario general del bloque hemisférico, Luis Almagro, ha intentado poner en marcha la llamada Carta DemocráticaInteramericana. Plan que ha fracasado por la oposición de varias de las naciones miembros.

Por su parte, el ilegalmente autoproclamado presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, ha instado en reiteradas ocasiones a las fuerzas armadas del país a insubordinarse contra el gobierno de Nicolás Maduro, reelecto en las urnas en 2018 por la mayoría de los ciudadanos.

En las últimas horas en una carta a la institución volvió a intentar resquebrajar el apoyo a Maduro, a quien las tropas venezolanas reconocen como el legítimo presidente del país.

La realidad es que la derecha no se anda con escrúpulos y promueve constantemente una intervención militar para acceder nuevamente al poder y dar al traste con los logros de la Revolución Bolivariana.

Pero la gran mayoría de los venezolanos no está de acuerdo en que sea ultrajada la soberanía e independencia de su Patria y están preparados para defender su territorio.

Exitoso fue el ejercicio militar “Escudo Bolivariano 2020”, que se desarrolló durante dos días en varias ciudades como Caracas, la capital, Maracay, Valencia, Barquisimeto y Maracaibo.

Previamente, el mandatario venezolano destacó que el objetivo del entrenamiento no solo era prepararse para hacer frente a las agresiones de Estados Unidos o Colombia, sino para responder a las mafias implicadas en el contrabando de combustible hacia países vecinos, una forma también de dañar la economía.

Venezuela no se descuida, pero siempre ha sido partidaria de la paz y la seguridad internacional. De ahí los llamados del gobierno a la oposición a sentarse a la mesa de negociaciones y debatir los problemas y retos que imponen las sanciones económicas de Estados Unidos.

Hallar juntos una solución en beneficio de todos los sectores de la sociedad venezolana es el camino, pero a la derecha solo le interesa retomar el poder y llenarse los bolsillos, aunque sea a costa de vender el país.

Pero que nadie se equivoque. El llamado al diálogo no es debilidad, ni falta de coraje, Venezuela está alerta y preparada, la Revolución Bolivariana solo busca preservar la paz de su país y de la región, vivir en armonía y continuar construyendo su futuro.