Por: Guillermo Alvarado

Cuando todavía resuenan los gritos de las multitudes en Estados Unidos y el mundo, exigiendo justicia por el asesinato de George Floyd a manos de un policía, en la ciudad de Atlanta otro ciudadano afroestadounidense murió a tiros cuando supuestamente se oponía a su arresto.

Según la versión oficial, Rayshard Broocks, se quedó dormido en su auto a la entrada de un restaurante de comida rápida para llevar, por lo que alguien llamó a la policía.

Los agentes le hicieron la prueba de alcoholemia, que dio positiva, y cuando trataron de detenerlo se armó un forcejeo, Broocks logró arrebatarle a un oficial una pistola de descargas eléctricas y entonces fue baleado.

De acuerdo con grabaciones divulgadas por las redes, el uso de la fuerza letal era totalmente innecesaria, lo que encendió aún más los ánimos en varios sectores de la población que el fin de semana organizaron protestas en el sitio donde ocurrieron los hechos.

La jefa de la policía de Atlanta, Erika Shields, pidió la inmediata desvinculación de ese cuerpo de los autores de los disparos y presentó su renuncia, quizás previendo lo que pueda venir en los próximos días debido al recalentamiento de los ánimos.

La brutalidad policial, sobre todo en contra de miembros de minorías étnicas, ha estado en el ojo de la tormenta desde el 25 de mayo, cuando ocurrió la muerte de Floyd, y la cólera popular creció con el torpe manejo de la situación del presidente Donald Trump, quien amenazó con sacar al ejército a reprimir las protestas.

La situación erosionó las relaciones del jefe de la Casa Blanca con las fuerzas armadas. El oficial de mayor graduación del país,  general Mark Milley, jefe de Estado Mayor, se disculpó por haber acompañado al magnate a un acto frente a una iglesia donde se tomó fotos con la biblia en la mano.

Por cierto, Trump decidió retrasar un día su mitin de campaña en Tulsa, Oklahoma, porque coincidía con el 19 de junio, aniversario de la abolición de la esclavitud en Estados Unidos, ocurrido en 1865.

La Pandemia de covid-19 y las masivas manifestaciones contra el racismo no le hacen pasar precisamente por un buen momento en sus aspiraciones de mantenerse cuatro años más en la presidencia.

Los errores en la gestión de la crisis sanitaria hacen que el país norteño tenga en estos momentos más de dos millones 75 mil enfermos y 115 mil fallecidos.

En estas condiciones, la muerte innecesaria de Brooks es como echarle gasolina al fuego en un país que tiene, además, a su economía en terapia intensiva.