Bloqueo estadounidense atenta contra la salud de los cubanos

Edited by Maite González Martínez
2021-06-17 04:01:16

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Por María Josefina Arce.

Cuando la COVID 19 apareció y se extendió implacable por el mundo, los científicos se lanzaron a la búsqueda de una vacuna para poner un freno a la enfermedad causada por el nuevo coronavirus que ya ha provocado millones de muertos y contagiados.

El alto desarrollo de la biotecnología en Cuba, gracias a la voluntad política del gobierno, posibilitó que nuestros investigadores se sumaran a esos esfuerzos. La Mayor de las Antillas es  el primer país en América Latina en utilizar productos obtenidos en su territorio contra la dolencia.

La nación caribeña cuenta en la actualidad con cinco candidatos vacunales, uno de ellos incluso, Soberana Plus para los convalecientes de la COVID 19, que deja diversas secuelas.

Los inmunos Abdala y Soberana 02 han sido aplicados exitosamente al personal de la salud, ante el alto riesgo al que se exponen diariamente en los centros hospitalarios y de aislamiento.

Hoy se lleva a cabo, además, una intervención sanitaria en La Habana que desde el principio ha presentado la situación más compleja por su alta densidad poblacional y gran movilidad. Una intervención que se extiende paulatinamente a otras regiones del archipiélago.

En la actualidad más de dos millones de cubanos han recibido al menos una dosis de los candidatos vacunales, que no han manifestado eventos adversos graves.

Tras la aprobación por el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos comenzó también el ensayo clínico de Soberana 02 en la población pediátrica, dada la necesidad de proteger a ese sector  que en las últimas semanas ha registrado un aumento de contagios por el coronavirus.

Voluntarios entre 12 y 18 años de edad recibieron el pasado lunes la primera dosis del candidato vacunal, que como han enfatizado nuestros especialistas está desarrollado sobre una plataforma tecnológica muy segura y conocida que se ha trabajado por el Instituto Finlay de Vacunas durante más de 15 años.

Pero llegar hasta aquí no ha sido fácil. Incontables los escollos a sortear por el mantenimiento del bloqueo norteamericano, que en tiempos de pandemia ha profundizado su carácter inhumano y genocida, al poner en un mayor riesgo la vida de los cubanos.

El cerco económico incrementa los costos de los materiales imprescindibles para el desarrollo y producción de los candidatos vacunales, obstaculizando la intervención sanitaria en el país.

De hecho Cuba debe adquirir medios de cultivo en lejanas naciones, imposibilitada de comprar en territorio estadounidense. Su envío demora más de 24 días, en vez de las 17 horas posibles de no existir el cerco económico.

Por demás, está el constante asedio y persecución a los proveedores de nuestra industria biofarmacéutica.

Una situación que la Mayor de las Antillas ha debido enfrentar por casi 60 años y que atenta contra su Programa Nacional de Inmunización, que no obstante, nunca se ha detenido  gracias al compromiso del estado y de nuestros investigadores.

Cuba apostó por sus propios inmunos, consciente de la alta profesionalidad de nuestra comunidad científica, acostumbrada a sortear las limitaciones que impone la hostil política de Estados Unidos para garantizar la salud de todos los ciudadanos.



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