La derrota de la Operación Pluto empezó el 15 de abril de 1961

Edited by Maria Calvo
2024-04-15 11:39:16

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15 de Abril. Foto: CubaMinrex

En la madrugada del 15 de abril de 1961, nueve  bombarderos B-26 pintados con los emblemas de la fuerza aérea cubana levantaron vuelo del pequeño aeropuerto de Puerto Cabezas, en Nicaragua, como parte de  la Operación Pluto de invasión por la Bahía de Cochinos.
 
Al llegar a las inmediaciones del sur de la Isla de Pinos tomaron tres direcciones: la escuadrilla Puma, con tres aviones, se dirigió al aeródromo de Ciudad Libertad; Linda, con tres, a la base aérea San Antonio de los Baños; y la formación Gorila, con dos, inclinó el rumbo hacia el oriente para atacar el aeropuerto de Santiago de Cuba.  El ataque sorpresivo pretendía destruir la pequeña fuerza aérea del patio para garantizar a la brigada mercenaria el control del aire y aterrorizar a la población, sobre todo en las dos más importantes ciudades del país.
 
Los jefes de la CIA abrigaban la certeza de repetir el efecto desmoralizador que parecidas acciones provocaron en Guatemala durante la invasión, también de mercenarios, con que en 1954 la CIA acabó con el gobierno progresista de Jacobo Arbenz en esa nación, pero la cuenta regresiva de la mayor derrota del imperialismo norteamericano en la región comenzó el propio 15 de abril.
 
Como parte de la operación un noveno aparato voló a La Florida para que su piloto aportara la versión pública de la supuesta deserción y rebeldía de pilotos de la Fuerza Aérea Revolucionaria, opuestos a la Revolución, a quienes les adjudicarían los ataques, con el fin de cubrir la participación de Estados Unidos en la concepción, organización y dirección de la invasión. Pocas veces la referida agencia norteña en su historia  cosecharía desde el inicio de una maniobra encubierta tantos fracasos en los aspectos militar, político y mediático por sus chapuceros intentos de engañar a la opinión pública mundial y sus cálculos erróneos de todo tipo.

Desde el punto de vista militar, la dirección cubana previó un ataque a las bases aéreas y orientó dispersar y ocultar en los aeródromos a los cerca de veinte aviones militares en relativas condiciones de combatir en la mayoría de los casos en precarias condiciones de vuelo y sin piezas de repuesto, al tiempo que contaba con una exigua cantidad de pilotos. A inicios de 1961, las FAR habían recibido del campo socialista y la URSS cientos de baterías antiaéreas, las llamadas cuatro-bocas, así como cañones antiaéreos. Jóvenes artilleros, a partir de una preparación acelerada, se emplazaron con sus  baterías para defender los aeropuertos de Ciudad Libertad, San Antonio y Santiago de Cuba.
 
Tampoco el factor sorpresa influyó de forma importante en nuestros combatientes y pilotos, que permanecían todo el tiempo en sus piezas de artillería antiaérea o prácticamente dormían bajo las alas de los aviones, demostrando un alto grado de disposición para rechazar la agresión que se apreciaba inminente, inclusive antes del ataque del día 15 de abril. De los B-26 agresores solo cinco pudieron regresar a Nicaragua, el resto fue tocado y tuvieron que aterrizar en terceros países, y según fuentes estadounidenses uno fue derribado y se estrelló en el mar. La escuadrilla que atacó Ciudad Libertad fue rechazada con un fuego antiaéreo nutrido de las dotaciones artilleras, en muchos casos compuestas por jóvenes de  entre 14 y 17 años.
 
Los aviones enemigos, ante la respuesta de los cubanos, descargaron su metralla en áreas cercanas a la base, matando a siete personas, entre ellas el miliciano Eduardo García Delgado, quien antes de morir escribió con su sangre el nombre de Fidel, mientras 53 vecinos de la zona resultaron heridos. Tal acción no destruyó los principales aviones de combate que se pudieron preservar y desempeñaron un rol importante en el enfrentamiento que condujo a la victoria.
 
En tanto, el piloto mercenario que aterrizó en La Florida cumplió su tarea, pero pocos en el mundo creyeron el embuste de que formaba parte de un grupo que conspiraban en la Isla. Resultó tan poco convincente que no fue presentado como exigió Cuba, a lo que se negó la Casa Blanca, bajo el alucinante pretexto de que protegía a los familiares de los aviadores.
 
EE.UU. perdió la batalla en la ONU cuando todavía no se habían extinguido las llamas de los ataques y el canciller Raúl Roa, en la  mañana del 15 de abril, denunció el ataque en el plenario de la institución y garantizó que la denuncia de La Habana tuviera una repercusión apoyada por buena parte de los países miembros de la organización.
 
Y si aún quedaban dudas de la decisión del pueblo cubano de defender su país hasta el final, se hizo evidente su resolución apenas 24 horas después de los bombardeos, cuando en el entierro de las víctimas en la necrópolis Cristóbal Colón el Comandante en Jefe Fidel Castro declaró el carácter socialista de la Revolución, con lo cual se forjó la victoria en las arenas de Playa Girón y Playa Larga.

El vil ataque a los aeródromos produce la muerte de siete personas y deja numerosos heridos, así como grandes años a aviones e instalaciones. Entre los fallecidos está el miliciano Eduardo García Delgado, quien antes de morir, escribió con su sangre el nombre de Fidel. (Tomado de CubaMinrex)



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