Por Elsa Claro
“Querida Samantha Power, para saber qué significa la palabra ‘vergüenza’, le aconsejo ir a Siria y hablar con la gente. Y no con los representantes del Frente al Nusra o de la oposición moderada, (…) sino con la gente que vive allí a pesar del sangriento experimento realizado con el apoyo activo de Washington”.
La dura sugerencia fue expuesta por la vocera de la cancillería rusa, María Zajárova, ante la defectuosa conducta profesional sobre el tema, desplegada por la representante de Estados Unidos en ONU.
En la reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad, convocada por Moscú, la Power, escenificó una farsa difícil de mantener en pie fuera de servir a la prensa más sensacionalista que tan bien saben usar.
Según la ¿diplomática? “Rusia intensifica el conflicto en Siria” para “apoyar al régimen de Bashar Asad” a pesar de que este último “sigue cometiendo atrocidades”. Como en otras ocasiones no dan pruebas de “las atrocidades”. Hay que aceptar como siempre buenos y exactos sus dictámenes, aun cuando no tengan asidero creíble.
Según Power, Rusia pidió la reunión por “tan solo un ataque aéreo erróneo” sobre posiciones del Ejército sirio. Bueno, no fue uno sino 4 en un solo día y si Rusia no lo hubiera denunciado y exigido explicaciones, quién sabe si en lugar de 62 soldados sirios asesinados y más de cien heridos, la masacre fuera mayor.
¿Cuántos muertos y heridos serán necesarios –según ella- para que esté justificado convocar un encuentro de urgencia?
Lo objetivo y comprobable del caso es que el Mando Central de EE.UU. acepta la falta. “Las fuerzas de la coalición creían que atacaban las posiciones del Estado Islámico, que estaban monitoreando durante un tiempo significativo antes del ataque”.
¿Son tan defectuosos los equipos y expertos de la mayor potencia bélica mundial que luego de supervisar tanto un objetivo, atacan otro?
Declaraciones de Vitali Churkin, representante ruso ante el organismo mundial, dejaron saber que bombardear a los militares sirios, implica que Washington “violó dos compromisos: el primero, acordado con nosotros en febrero y confirmado en los últimos días, fue cesar acciones militares” (mientras cursaba la tregua que se inició el pasado lunes 12 de septiembre) “…el segundo compromiso dado al Gobierno sirio a inicios de la operación aérea en ese país fue de que los estadounidenses no atacarían a las tropas gubernamentales” pero lo hicieron.
Como la ofensiva permitió a Daesh o Estado Islámico emprender un ataque contra el aeródromo de Deir Ezzor, lugar de los hechos, lo ocurrido se parece más a un apoyo por aire de un operativo de infantería que a un inocente yerro de cálculo.
Se precisa recordar, como punto de partida para cualquier análisis o encuentro con la verdad, que la tregua pactada por Serguei Lavrov y John Kerry tras esforzadas negociaciones, no fue bien vista por todo el gabinete Obama. Entre los adversarios están directivos de la CIA y el Pentágono.
El ministro de defensa norteamericano Ashton Carter es ubicado como el principal oponente, según dijo él mismo incluso en declaraciones en el Reino Unido. Sin embargo, su secretaría está a cargo, por la parte estadounidense, de supervisar el cumplimiento de lo suscrito. Emprender la tarea con rechazo y prejuicios aumentó las posibilidades de abortarla.
La parte norteamericana, además, se negó a publicar el contenido del acuerdo sobre este armisticio transitorio. Ni siquiera quisieron darlo a conocer a los miembros del Consejo de Seguridad, como deseaba Rusia, procurando contar con el apoyo internacional e imprimirle fuerza a la opción de una paz aceptable para un drama que sobrepasa ya los 5 años y tan impactante cantidad de víctimas.
Ante los hechos, suponer que querían evitarse acusaciones de incumplimiento o violación de lo pactado, puede ser uno de los motivos para mantener casi en secreto el texto.
Sintetizando al máximo lo poco que se conoce del arreglo, de lograr siete días de respeto a la tregua, Rusia y EE. UU. pudieran realizar ataques unidos contra posiciones terroristas, o como expuso el canciller Lavrov, comenzaría a funcionar un centro de supervisión conjunta del armisticio transitorio pactado. ¿Casual que al acercarse este nada bíblico séptimo día ocurriera el fatídico bombardeo erróneo?
No tienen pinta de inocente albur tampoco las más recientes arremetidas sionistas contra Siria. Para el ex presidente libanés, Emil Lahud, la administración Netanyaju estimuló al Frente Al-Nusra para que incrementara sus ataques a las fuerzas regulares sirias.
Pensando con cierta candidez pudiera creerse que Tel Aviv no quiere treguas ni fin de hostilidades, sino mantener la ayuda a los terroristas, colaboración probada por investigaciones de Naciones Unidas, y aprovecharse del conflicto según sus intereses, bien servidos, dígase al paso, por sus tutores estadounidenses que hace poco le aumentaron sus contribuciones bélicas.
Naturalmente que esta historia no finaliza ahora, ni los atemorizantes factores que contiene son los únicos capaces de provocar confrontaciones peores, de otro monto y naturaleza.
Informaciones que circulan el lunes 19 de septiembre sugieren la imposibilidad de arreglo por el momento, ante todo, debido a que “EE.UU. no tiene mecanismos eficaces de influencia en la oposición moderada en Siria y no está familiarizado con la situación real sobre el terreno”.
Así lo denunció el Ministerio de Defensa de Rusia luego que en un comunicado oficial se plantea que “Rusia considera inútil la tregua en Siria si la cumplen solo las tropas gubernamentales”.
Aunque las “partes rusa y siria efectuaron todas las obligaciones asumidas según los acuerdos alcanzados en Ginebra el 9 de septiembre”, desde el inicio del alto el fuego, el Ejército sirio sufrió 153 bajas mortales.
(Tomado de Cubadebate)