Golpista Temer entregará industria petrolera brasileña a intereses foráneos

Editado por Maria Calvo
2016-10-07 12:28:13

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Temer entrega Patrobras. foto: María Calvo

por Roberto Morejón

A contrapelo de las demandas populares para el cese de las privatizaciones y reformas laborales, el gobierno del impopular presidente brasileño, Michel Temer, entrega las riquezas nacionales.

Temer, quien asumió el cargo tras un golpe parlamentario contra la presidenta Dilma Rousseff, tiene dos frentes priorizados, trasladar sectores claves a las transnacionales, sin miramientos, y mejorar su maltrecha imagen.

Con apenas 14 por ciento de adhesión, según las encuestas, Temer logró derribar impedimentos para la concesión de objetivos económicos a intereses foráneos, incluyendo la industria petrolera.

Al aprobar el Senado y la Cámara de Diputados la reforma a la ley petrolera, se permitirá el control de las empresas extranjeras en los mega-yacimientos submarinos y la reducción del papel de la estatal Petrobras. Solo falta la firma de Temer, que se da por descontada.

La iniciativa elimina la obligatoriedad de que Petrobras opere al menos 30% de todos los campos petroleros descubiertos en 2007, de sumo interés para corporaciones foráneas.

Para descabezar a Petrobras y restarle incidencia económica, el gobierno golpista puso al frente de ella a Pedro Parente, un ex funcionario del otrora presidente Fernando Henrique Cardoso.

A continuación se conoció la rebaja de 25% en la inversión de la empresa y la venta de activos.

Para nada cuenta que Petrobras es líder mundial en exploración petrolera en el mar y tiene presencia en la región del presal, la más productiva del país.

La entrega de recursos en la industria del llamado oro negro se inserta en un reformado plan económico basado en una frenética ola de concesiones y privatizaciones, cuyo número llegaría a 34.

Junto a la prospección y extracción de hidrocarburos irían a manos privadas cuatro aeropuertos, siete empresas de energía, tres de saneamiento ambiental, sistemas de ferrocarriles, tres carreteras y dos puertos.

El polémico Jefe de Estado brasileño reafirma así sus credenciales ultraconservadoras y genuflexión al gran capital, después de mantenerse agazapado mientras fue vicepresidente durante el mandato de Dilma, quien lo tildó de traidor.

Conocedor del impacto negativo de sus recetas, Temer lanzó paralelamente a las privatizaciones una campaña para “dulcificar” su gestión y encargó a su joven esposa, Marcela Tedeschi, dirigir un plan de beneficio infantil.

Brasil tiene que salir del rojo, dice Temer, en alusión al color del ahora opositor Partido de los Trabajadores. No está claro si cree que con sólo variar tonalidades podrá ganar la confianza de 68% del electorado que lo reprueba.



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