por Guillermo Alvarado
El expresidente de Colombia, Álvaro Uribe, fundador y dirigente del partido político Centro Democrático, se mantiene como uno de los principales adversarios del proceso de paz y la finalización de un conflicto armado interno de más de medio siglo en el país sudamericano, que ha dejado más de 250 000 muertos, decenas de miles de desaparecidos y millones de desplazados.
El antiguo jefe de Estado fue uno de los promotores del voto por el No en el plebiscito convocado el 2 de octubre acerca de los acuerdos entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, las FARC-EP.
Uribe publicó este domingo en las llamadas redes sociales un mensaje donde reitera su oposición a ese pacto y reclama modificaciones sustanciales en su contenido, entre ellas que se castigue con penas de prisión a los líderes insurgentes y se les impida acceder a cargos públicos por elección popular.
Según el político conservador, considerado como uno de los máximos impulsores del paramilitarismo en Colombia, el acuerdo otorga impunidad a los guerrilleros, un argumento falso porque el punto 5 del documento firmado por el ejecutivo y las FARC-EP se crea un sistema integral de verdad y justicia, reparación a las víctimas del enfrentamiento y la garantía de la no repetición de estos hechos.
En sus alegatos el expresidente no menciona los excesos cometidos por el ejército y otros aparatos de seguridad, responsables de violaciones a los derechos humanos.
Lo que en realidad parece molestar al antiguo mandatario es el surgimiento de una fuerza legal de carácter progresista, que venga a complementar el escenario político en un país que durante largo tiempo estuvo bajo el control alternativo de los conservadores y los liberales, dueños casi absolutos del poder y representantes del gran capital.
Tanto Uribe como sus aliados tienen miedo de una real apertura democrática, como lo estipula el punto número dos de los acuerdos de paz.
La postura reaccionaria de este señor concitó incluso las críticas del diario estadounidense The New York Times, que en un editorial titulado “El hombre que bloquea la paz en Colombia” lo acusó de ser el mayor obstáculo para el fin de la guerra y señaló que en caso de un eventual retorno a las hostilidades, él sería el principal responsable.
De acuerdo con ese rotativo, las propuestas de Uribe y el Centro Democrático para modificar los acuerdos se paz son “irreales” y no tienen ninguna alternativa viable, más que impedir que el anhelo de la población por alcanzar la concordia se realice.
Independientemente de la imposición del No en el plebiscito, que fue el resultado de numerosas variables, entre ellas las falsedades difundidas por el expresidente y su grupo, es evidente que tanto los colombianos como la comunidad internacional insisten en la búsqueda de la paz con justicia, que ponga a esa hermana nación en el camino del desarrollo, la inclusión social y la equidad y que ese objetivo se puede alcanzar, a pesar de los obstáculos que gente interesada en la guerra pretendan poner en su camino.