por Roberto Morejón
Los universitarios cubanos y la sociedad civil demandaron el fin del bloqueo estadounidense, incólume después de los paquetes de medidas del presidente Barack Obama, positivas, pero parciales e insuficientes y hasta una Directiva oficial.
A través de actos, actividades artísticas y el uso de las redes sociales, decenas de miles de alumnos de los centros de altos estudios repudiaron el bloqueo.
Se trató de jornadas convocadas por la Federación Estudiantil Universitaria que pusieron de relieve la ubicación de los jóvenes en la vanguardia del país para denunciar el bloqueo, principal impedimento del avance de la nación.
Como se reafirmó en los ámbitos universitarios, el boicot prosigue a pesar de que el presidente Obama publicó una Directiva política junto a nuevas disposiciones de flexibilización, que si bien van en un rumbo acertado, al final benefician más a Washington que a La Habana.
Los estudiantes universitarios cubanos se interesaron por su alcance y conocieron que aunque dan por sentados la independencia, soberanía y autodeterminación de Cuba, Estados Unidos persiste en añejos objetivos.
Por un lado los enunciados de ese gobierno niegan el propósito de cambiar el régimen cubano y por otro mantienes los planes para la subversión interna.
Son ellos las transmisiones ilegales de radio y televisión, la promoción de la iniciativa privada en detrimento del Estado y el otorgamiento de becas a jóvenes para cambiar su percepción política.
Junto a esos procedimientos impropios de Estados que buscan la normalización de relaciones, persiste la prohibición de invertir en Cuba, con la excepción de las telecomunicaciones, cuando Obama tiene facultades para autorizarlas.
Las normas incluidas en el quinto paquete estuvieron rodeadas de gran pompa como si representaran una apertura crucial, cuando en realidad continuarán desterradas las exportaciones de Estados Unidos a Cuba.
Asimismo persiste la negativa a aceptar exportaciones cubanas con la excepción de productos farmacéuticos aunque con especificaciones.
Tampoco se abren las puertas totalmente al ron y tabaco cubanos, porque las empresas del país caribeño no pueden venderlos en el territorio de la Unión.
Como colofón, perdura el impedimento de Cuba de usar el dólar estadounidense en sus operaciones.
Nada mejor entonces que utilizar la jornada de movilización estudiantil, llamada curiosamente “avispero”, para poner en tela de juicio la política del país vecino en relación con Cuba y esperar con confianza por un nuevo apoyo de la comunidad internacional.
Será posible plasmarlo el 26 de octubre al someterse al escrutinio de la Asamblea General de la ONU una nueva resolución propuesta por Cuba para instar a Estados Unidos a poner fin al bloqueo.