Por Luisa María González/PL
De forma intempestiva y sospechosa, Israel recién rompió relaciones con la Unesco a causa de la aprobación de una resolución en el Consejo Ejecutivo de ese órgano que supuestamente niega los vínculos del judaísmo con el Monte del Templo.
Efectivamente, en sus sesiones de hace pocos días el Consejo Ejecutivo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) validó una resolución titulada Palestina ocupada, en la cual se refiere la situación actual de ese territorio ocupado por la fuerza por Israel.
Horas después aparecieron los titulares en diversos medios internacionales según los cuales el texto avalado negaba las relaciones de Israel y los judíos con el Har Habayit (Monte del Templo) y el Kotel (Muro de las Lamentaciones).
Desde Tel Aviv llegaron de inmediato las reacciones y el primer ministro, Benjamín Netanyahu, sostuvo que con esa postura 'la Unesco ha perdido completamente la escasa legitimidad que aún le quedaba'.
El ministro de Educación y encargado de las relaciones de su país con la Unesco, Naftali Bennett, dispuso la suspensión de todas las actividades profesionales con esa organización, y señaló que la resolución 'da un inmediato apoyo al terrorismo islamista' y es 'un premio al extremismo'.
Con tales palabras, cualquiera podría imaginar el texto aprobado en la Unesco es poco menos que una declaración de guerra.
Sin embargo, en sus cinco páginas y 41 puntos, la resolución no hace ni una sola referencia que desvincule a la tradición judía del Monte del Templo y el Muro de las Lamentaciones.
De hecho, en las líneas iniciales que declaran las bases del documento, se reafirma 'la importancia de la ciudad vieja de Jerusalén y sus murallas para las tres religiones monoteístas', en referencia al cristianismo, el judaísmo y el islam.
Todo el conflicto se armó con la excusa de que en el texto se hace referencia a 'la mezquita Al Aqsa/Al-Haram-al-Sharif' para aludir a un sitio que los judíos conocen como el Monte del Templo.
Tal como explicó la directora general de la Unesco, Irina Bokova, en un comunicado, en una Jerusalén caracterizada por la diversidad y la multiculturalidad, los pueblos diferentes frecuentan los mismos lugares, y a veces les otorgan nombres diferentes.
En este sentido, apuntó que la mezquita Al Aqsa/Al-Haram-al-Sharif es un santuario sagrado para los musulmanes, y es también el Monte del Templo, cuyo Muro de las Lamentaciones es el sitio sagrado del judaísmo.
En lugar de negar los vínculos de la tradición judía con el sitio patrimonial, la resolución aboga, por el contrario, por que Israel reconozca y respete los derechos de los palestinos y musulmanes a acceder al lugar que también es sagrado para su religión y cultura.
En resumen, Israel intentó pasar por víctima cuando en realidad ocupa el papel de victimario, tal como lo reconoce gran parte de la comunidad internacional.
Entre las críticas que sí contiene la resolución de la Unesco, sobresalen la condena a las constantes agresiones de uniformados israelitas a civiles, incluidas personalidades religiosas islámicas y sacerdotes, así como las prohibiciones a los musulmanes de entrar a la mezquita.
El texto 'pide a Israel, potencia ocupante, que respete el status quo histórico y ponga fin de inmediato a esas medidas', y deplora además la negativa de visa a expertos de la Unesco que trabajan temas relacionados con la mezquita.
La resolución recordó 'la obligación de Israel de respetar la integridad, la autenticidad y el patrimonio cultural de la mezquita Al Aqsa/Al-Haram-al-Sharif', y lamentó los daños causados a algunas partes de la edificación.
Poco después de la decisión de Tel Aviv de romper el nexo, Bokova ratificó la postura de la Unesco en defensa de Jerusalén como una ciudad multicultural y espacio sagrado para las tres religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam.
'Es a título de esa diversidad y coexistencia religiosa y cultural que la urbe fue inscrita en la Lista de patrimonio mundial de la Unesco', recordó la titular en un comunicado.
Más allá de una resolución, las tensiones entre Israel y la Unesco se remontan al año 2011, cuando se aprobó el ingreso de Palestina a esa organización como estado miembro de pleno derecho, un dato que Tel Aviv parece no olvidar.
(Tomado de Cubasí)