por María Josefina Arce

Las bases militares que Estados Unidos tiene desplegadas por todo el mundo son una amenaza a la soberanía de los pueblos, pero además traen graves consecuencias para la salud y seguridad de los pobladores, además de ocasionar daños al medio ambiente. 

Es una realidad que el ejército norteamericano es uno de los mayores contaminadores del entorno, con las guerras que desarrolla por todo el planeta y los enclaves que mantiene en gran parte de la geografía mundial.

Una gran contaminación tóxica por ejemplo, dejó con sus prácticas de tiro en la isla puertorriqueña de Vieques, de la cual ocupaba 11 000 de las 13 000 hectáreas que posee.

Tal situación no solo ha traído serias afectaciones al entorno, sino a la salud de los pobladores. Estudios médicos revelaron que el índice de cáncer en Vieques es 26% superior al resto de Puerto Rico.

En el propio territorio norteamericano las bases militares encabezan la lista de los lugares más contaminantes. La construcción de estas instalaciones y las prácticas militares han dañados miles de acres de tierra y agua con radiación.

Cuba no escapa a esta situación, pues en contra de la voluntad del pueblo y gobierno cubanos mantiene Estados Unidos ilegalmente un enclave militar en la bahía de Guantánamo, en el oriente del país caribeño, que además en los últimos años fue convertida en un centro de detención.

Expertos cubanos han denunciado que la ilegítima base naval estadounidense provoca graves afectaciones a los suelos del valle de Guantánamo desde su establecimiento en 1903. Las construcciones de esa zona militarizada obstruyen el drenaje de la cuenca formada por los ríos Guantánamo y Guaso.

La quinta parte de los suelos de ese valle se encuentran en contacto estrecho con el manto freático, por lo que las obras ingenieras de esa instalación impiden el drenaje adecuado y favorecen los procesos de salinización secundaria, en perjuicio de los rendimientos de los cultivos.

De acuerdo con los especialistas el deterioro ambiental en esta zona comenzó desde el establecimiento inicial de la base naval, cuando se desbrozó la vegetación original, más adelante con la creación de campos de tiro, espigones y aeropuertos que fueron ampliados, en detrimento del medio ambiente y de la soberanía de Cuba.

Un freno al desarrollo socioeconómico del área constituye la existencia de la ilegal base militar, ya que impide la explotación de la bahía por su legítimo dueño, el pueblo cubano.

La Bahía de Guantánamo posee características naturales muy especiales que le confieren valores excepcionales: profundidad, seguridad y capacidad para recibir grandes flotas.

Por demás, los suelos cenagosos que demarcan el perímetro fronterizo constituyen una transición de los ecosistemas terrestres y marinos, de gran interés científico y no pueden ser estudiados por la ciencia cubana, debido a la existencia de esos linderos artificiales impuestos por Estados Unidos.

En reiteradas ocasiones el gobierno de Cuba ha demandado la devolución de esa parte de su territorio que Washington ocupa ilegalmente y que constituye una afrenta a la soberanía del país caribeño y que no permite a sus pobladores beneficiarse de su gran riqueza natural.