Por María Josefina Arce

El diálogo de paz en Venezuela está amenazado por la posición de la derecha, nada interesada en hallar una solución pacífica a los problemas que enfrenta el país y sí determinada a desestabilizar al gobierno del presidente Nicolás Maduro y echar por tierra los avances de la Revolución Bolivariana.

Ya desde este mes están paralizadas las conversaciones, que apoya el Vaticano. la UNASUR, Unión de Naciones Suramericanas, y los ex presidentes Martin Torrijos, de Panamá, y Leonel Fernández, de República Dominicana, así como el ex jefe del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero.

La oposición que se niega a sentarse a la mesa de negociaciones alega que sus demandas no fueron atendidas, entre ellas la liberación de dirigentes políticos que propiciaron hechos violentos en 2014 en los que resultaron asesinadas 43 personas y cientos heridas.

La postura evidencia cuál es el verdadero interés de la oposición, que solo busca retomar el poder por los medios que sea. No olvidemos que junto a la incitación a la violencia desarrolla una guerra económica que afecta al pueblo venezolano.

Acaparamiento, especulación y altos precios son algunos de los elementos que conforman este accionar, a los que se suma el contrabando de bolívares hacia Colombia y ataques cibernéticos contra la banca.

Por demás, la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, no ha aprobado ni una sola ley en beneficio de los venezolanos, se ha dedicado exclusivamente a desafiar el orden constitucional y a intentar culpar a Maduro de la crisis del país, cuando el ejecutivo que preside no ha dejado, contra viento y marea, de adoptar iniciativas a favor del bienestar de todos.

La derecha, que no ha cesado en su actitud agresiva, irresponsablemente ha hecho caso omiso de la Declaración Conjunta Convivir en paz, suscrita por ambas partes en el segundo y último encuentro que mantuvieron en noviembre pasado, pues el pactado para este mes no se celebró.

De hecho horas después de firmado el documento dirigentes opositores insistieron en que la salida del actual gobierno es la única solución posible a una situación creada precisamente por ellos.

Por eso no extraña que en las últimas horas la denominada Mesa de la Unidad Democrática anunciara que no participará en el encuentro del venidero 13 de enero, otra vez con el gastado argumento de que no han sido satisfechas sus demandas.

La derecha deja de lado al pueblo y no oye el reclamo de la mayoría. Setenta y tres por ciento de los venezolanos, o sea casi tres de cada cuatro, apoya la mesa de diálogo instalada entre las autoridades y la oposición, de acuerdo con las últimas encuestas.

A pesar de la incierta situación creada por el accionar de la oligarquía, apoyada por la derecha latinoamericana y círculos norteamericanos, el presidente Maduro ha reiterado que el gobierno no abandonará la mesa de diálogo, pues está comprometido con todos los venezolanos a hallar una solución negociada y pacífica a la crisis que vive la nación suramericana.