por Guillermo Alvarado
A partir del 20 de enero próximo comenzarán a despejarse todas las incertidumbres que genera el actual presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien durante la campaña electoral hizo una serie de anuncios en materia de política interna, relaciones exteriores y economía que traen en vilo a muchos especialistas y no pocos gobiernos en distintas regiones del planeta.
Uno de los argumentos que llevó a la Casa Blanca a este polémico magnate fue la promesa de reactivar la economía e impedir que las empresas estadounidenses se lleven su producción fuera de las fronteras, o trasladen sus instalaciones a territorios lejanos, donde disfrutan de grandes ventajas fiscales y laborales.
Para ello anunció que pondrá fin a una serie de tratados de libre comercio, como el que desde 1994 mantiene con México y Canadá, o el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, mas conocido por sus siglas en inglés de TPP.
Esto implicaría también el abandono de las negociaciones del acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, un tormentoso proceso que despierta gran oposición en numerosos sectores políticos y sociales en ese bloque del viejo continente, por las implicaciones negativas que tendría para la soberanía.
Uno de los aspectos más discutidos de este potencial pacto es que daría a las transnacionales poder para llevar ante los tribunales a los países que de alguna manera obstaculicen sus negocios o pongan límites a su poder.
Y aquí se abren numerosas incógnitas respecto a los pasos iniciales del gobierno de Trump. ¿De qué manera van a reaccionar las grandes corporaciones industriales, comerciales y financieras al abandono de unos acuerdos que les proveen de ingentes ganancias? ¿Tendrán Trump y sus allegados el poder suficiente como para enfrentar a todo este aparato, cuyo peso es casi decisivo en la nación norteña?
¿Funcionará un gobierno con políticas proteccionistas en Estados Unidos, después de décadas de predicar e imponer el liberalismo por los cuatro puntos cardinales?
Para intentar una respuesta a tantas cuestiones conviene recordar, además, que el mundo en el que Trump tratará de aplicar sus promesas, no será igual a aquel en que las hizo. El 2017 traerá una serie de cambios en distintos lugares que afectarán de alguna manera el curso de las relaciones con algunos de sus socios.
En abril y mayo hay elecciones generales en Francia que, según las estimaciones hasta ahora, serán disputadas por la derecha conservadora y la extrema derecha.
En el otoño la canciller federal alemana, Ángela Merkel, debe defender su cargo por cuarta ocasión consecutiva ante las urnas, pero esta vez la pelea no será tan fácil como en las anteriores elecciones.
Se consumará, además, la fase inicial de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el famoso brexit, que si bien no provocará el sismo temido al inicio, tampoco dejará las cosas como antes.
Un mundo cambiante aguarda las primeras medidas de un gobierno insólito en la principal potencia económica y militar del planeta, circunstancia que no deja impávido a nadie y que genera expectativas por toneladas.