Por María Josefina Arce
Desde el pasado día primero América Latina está representada en el Consejo de Seguridad de la ONU por Bolivia, una nación que desde hace diez años trabaja arduamente a favor de la justicia social y de la paz internacional.
De ahí que su elección para integrar este órgano de la ONU revela el respeto que se ha granjeado en el último decenio el país andino, que ha ido dejando atrás la inestabilidad política, las desigualdades sociales y garantizado los más elementales derechos humanos a todos los ciudadanos.
La realidad es que la candidatura boliviana contó con el aval del grupo de países de Latinoamérica y el Caribe, por lo que no tuvo oposición en la votación celebrada el pasado mes de junio en la Asamblea General de la ONU, donde obtuvo el respaldo de 183 de los 193 Estados miembros.
La elección fue calificada como "histórica” por los diversos sectores bolivianos, pues significa el regreso tras 39 años al Consejo de Seguridad de la ONU, que ha sido abiertamente criticado por el presidente Evo Morales por sus acciones a favor de unos pocos y en contra de muchos, sobre todo de los países menos desarrollados.
Desde hace años son varias las naciones que demandan una reforma de este órgano de la ONU por considerarlo antidemocrático, selectivo y poco transparente.
Es un hecho que los cinco miembros permanentes Rusia, China, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos tienen derecho al veto y sobre todo Washginton hace uso de ese privilegio para impedir la aprobación de resoluciones en contra de sus aliados.
Por demás consideran que aunque el Consejo tiene la responsabilidad de actuar a nombre de todos los Estados integrantes de la ONU, muchos países no se sienten representados a través de sus decisiones.
Por eso los estados latinoamericanos confían en que desde su puesto no permanente en el Consejo trabajará Bolivia a favor de los desposeídos y de los pueblos del llamado Tercer Mundo, al tiempo que promoverá un Consejo más representativo, legítimo y efectivo.
Así lo ha manifestado el presidente Morales, quien al conocer la elección afirmó que “Desde el Consejo de Seguridad, Bolivia será la voz de los pueblos del mundo y luchará por construir un planeta sin invasores ni invadidos”.
Por tanto, entre sus prioridades estará la defensa de los principios de la carta de Naciones Unidas, que sobre todo promueven la paz y seguridad internacionales y que bien poco se han respetado en los últimos años.
Guerras para despojar a los pueblos de sus valiosos recursos se han escudado en falsos argumentos como la lucha contra el terrorismo a nivel internacional, que supuestamente lidera Estados Unidos y que le han permitido ataques y posteriores ocupaciones de Irak y Afganistán.
Y el caso más reciente Siria, que sin contar con la anuencia del constitucional gobierno de Bashar Al Assad se ha dedicado a bombardear provocando pérdidas civiles y sin conseguir derrotar al terrorista Estado Islámico.
De ahí que Bolivia brindará su apoyo y su experiencia para trabajar todos juntos por un mundo mejor, en el que queden atrás las desigualdades y haya oportunidades para todos por igual, algo en lo que el país andino tiene experiencia.