por Roberto Morejón
A pesar de los tiempos difíciles, las autoridades cubanas sostienen un abarcador programa de salud gratuito, capaz de ubicar a este país pobre y bloqueado entre los más sobresalientes a nivel mundial en indicadores clave, como el de la mortalidad infantil.
La confirmación oficial de que Cuba logró por noveno año consecutivo una tasa de mortalidad infantil menor a cinco por cada mil nacidos vivos llegó con el inicio de 2017, una noticia que llena de regocijo a los profesionales de la medicina y las ciencias.
Y la población tiene razones para sentir orgullo de esas personas, incluidos técnicos y fuerzas auxiliares, que garantizaron que Cuba exhibiera un índice de mortalidad de 4,3 decesos por cada mil alumbramientos satisfactorios en 2016.
Si bien ese desempeño confirmó a Cuba entre las primeras 20 naciones del mundo y junto a Canadá al frente de la región de las Américas, también son llamativos otros resultados.
La tasa de mortalidad del menor de 5 años, valorado el primordial reflejo de adelanto en el bienestar infantil, se redujo de 5,7 a 5,5 por cada mil nacidos vivos, o sea, por quinto año consecutivo por debajo de seis.
Asimismo, en el recién concluido año bajó la tasa de mortalidad preescolar, en tanto la supervivencia de los niños y niñas a los cinco años de edad se mantuvo en 99,4%.
Hablamos de un balance que pone de relieve el acceso general a los servicios de salud, un derecho humano negado, escamoteado o no garantizado en su totalidad en muchos países.
Debe recordarse que los adelantos referidos durante 2016 en la esfera de la mortalidad infantil se consiguieron a pesar de las limitaciones de recursos materiales.
Incluso los servicios de salud no están exentos de sufrir el impacto del bloqueo estadounidense, razón por la que el personal especializado debe hacer grandes esfuerzos para suplir tecnologías de avanzada, solo asequibles en el país norteño.
El año recién concluido deparó, igualmente, la noticia de los progresos en la remodelación de varios hospitales habaneros muy antiguos, como el “Calixto García”, una pequeña ciudad que reverdece para ofrecer mejores servicios.
Para que propósitos como ese y otros de la esfera de salud tengan su aseguramiento, el gobierno hizo importantes anuncios.
Si bien el 2017 también se avizora complejo desde el punto de vista económico, el plan destinó 51% de los gastos corrientes de la actividad presupuestada a la salud, educación y asistencia social.
Cuba está en condiciones de brindar servicios sociales cardinales y mantener la cooperación médica internacional tan altamente valorada en varios continentes.