La propensión del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, a criticar todo si no se aviene a sus criterios, personalidad y estilo controvertibles, auguran un período tormentoso.

Así se manifestó durante su primera conferencia de prensa y días antes en una disputa con la laureada actriz Meryl Streep.

En el demorado contacto con la prensa, Trump retomó sus arremetidas contra una parte de sus representantes, soslayó aclarar por qué NO declara sus ingresos y se sumó parcialmente a la tesis de que Rusia realizó ciber-ataques a las elecciones, posibilidad negada rotundamente por Moscú.

Trump fue hostil con México, insistió en la construcción de un muro en la frontera y se jactó, como es habitual, de sus éxitos, para concluir un encuentro con los reporteros tan controvertido como su personalidad.

Otro incidente que envolvió esta semana al magnate devenido político lo enfrentó nada menos que a la laureada actriz Meryl Streep, a quien le sobró apoyo después de una destemplada opinión del próximo inquilino de la Casa Blanca.

En la ceremonia de entrega de los premios Globos de Oro, la tres veces galardonada con los Oscar invitó a la prensa extranjera a comprometerse para salvaguardar la verdad, en una clara crítica a posturas de Donald Trump.

La actriz aludió, sin mencionarlo, a la necesidad de proteger a los extranjeros y la prensa, víctimas de los dardos de Trump tanto durante la campaña proselitista como desde su trinchera actual, la red social Twitter.

La intérprete del papel de Margaret Thatcher en “La dama de hierro” dijo: 'Hollywood está avanzando lentamente con forasteros y extranjeros. Si les expulsas, no tendrás nada que ver salvo fútbol y artes marciales, que no son artes'.

Streep, quien aludió a las burlas de Trump a un periodista minusválido, pareció irritar al millonario, quien reaccionó cuestionando la valía de la artista.

Sería un error ignorar que la industria cinematográfica estadounidense, simbolizada por Hollywod, se mueve por el afán de lucro y muchos razonamientos artísticos sucumben ante esa tendencia.

Sin embargo, NO puede negarse que además de imponer patrones de apreciación artística monopólicos en el mundo gracias a su poderío financiero, la industria fílmica del país norteño tiene en su plantilla muchos creadores notorios.

Es el caso de Meryl Streep y de otros colegas a quienes raramente los cuestionan, aunque esta vez Trump confirmó su tendencia a ir demasiado lejos.

Un magnate-político catapultado a los altos cargos sin el voto popular y capaz de criticar religiones, minorías, extranjeros, países, gobernantes, el acuerdo sobre cambio climático y hasta actrices de culto supuestamente intocables, por lo menos genera dudas.