Por Roberto Morejón
La Habana abre los brazos a la literatura y a otras manifestaciones de la cultura como parte de la vigésimo sexta Feria Internacional del Libro, un proyecto necesario y útil para la sociedad cubana.
Prevista en su comienzo en la capital y con continuidad en todo el país hasta abril, la muestra se apodera de la espaciosa fortaleza de la Cabaña y decenas de subsedes con ventas de libros, conversatorios, conferencias y otras actividades.
Con programaciones musicales y cinematográficas suplementarias, la Feria Internacional del Libro La Habana 2017 se transforma en una fiesta para las familias.
Para ellas se organiza un programa que incluye la llegada de 300 invitados de 46 países y la presentación del trabajo de editoriales nacionales para vender más de cuatro millones de ejemplares y 700 novedades literarias.
Con espacio preferente al pensamiento y la obra del líder histórico de la Revolución Fidel Castro, un entusiasta defensor de que el pueblo amara los libros, la Feria también acoge a Canadá como invitado.
En el plano nacional, el jolgorio se dedica con justicia a Armando Hart, quien dirigiera el Ministerio de Educación en los inicios de la Revolución, posteriormente el Ministerio de Cultura durante 21 años y preside hoy la Oficina del Programa Martiano y la Sociedad Cultural José Martí.
Los jóvenes y también los adultos deben ver en este colosal esfuerzo que requiere apoyo material oficial un impulso decisivo para el rescate del hábito de lectura, en tiempos en que la industria del entretenimiento y los artilugios electrónicos atraen la atención general.
Se trata de un fenómeno mundial al que no escapa Cuba. Un estudio realizado en Universidades locales reveló que un porciento significativo de los mil 423 encuestados mostraba desmotivación por la lectura y 42,45 por ciento decía sentir poco interés.
Varias son las causas que fundamentaron los interrogados: alto precio de los libros, falta de tiempo, carencia de la literatura de su interés y reducida tirada de ejemplares con mayor demanda.
Si bien los encuestados no expusieron entre las razones para leer de forma exigua su apego a los medios audiovisuales, es una realidad palpable.
Como señalara el poeta cubano Alex Pausides, “en el imaginario del ciudadano, la cultura no es ya lo prioritario como en otras épocas”, pues, dijo, se establecen otras dinámicas sociales y paradigmas de entretenimiento.
El ministro cubano de Cultura, Abel Prieto, abogó recientemente por hacer más coherente la política en esta esfera ante el desafío de las nuevas tecnologías y su consumo.
Su propuesta debe generar interés: utilizar las tecnologías para llevar la lectura a los jóvenes.