por Guillermo Alvarado
No recordamos exactamente el origen de aquella frase, mitad jocosa y mitad seria, que dice “un mundo nos vigila”, pero viene a la memoria al conocer las revelaciones recientes del portal Wikileaks de que la estadounidense Agencia Central de Inteligencia, CIA, por sus siglas en inglés, desarrollo la capacidad para espiar y controlar equipos de tecnología cibernética, incluidos televisores.
Las herramientas desarrolladas por esa entidad de tristes recordaciones permiten esencialmente tomar el control de aparatos que funcionan con programas de Apple, Google Android y Samsung, e intervenir en los principales sistemas operativos, incluidos Microsoft y Linux.
Una vez dentro de los equipos, gracias a la detección de las fallas de seguridad no resueltas por los fabricantes, le es posible a dicha agencia penetrar en servicios de mensajería, como Signal, WattsApp y Telegram, a pesar de que estos estén cifrados.
Además, en conjunto con su homólogo aparato de espionaje británico, se desarrolló la herramienta denominada “Ángel llorón” –Weeping Angel, en inglés- que convierte los llamados televisores inteligentes de la marca Samsung en escuchas y vigilantes, aún cuando aparentemente estén apagados.
Existe otro programa, que se comenzó a desarrollar en 2014, para entrar en los sistemas de control de automóviles y camiones modernos, lo cual abre la posibilidad a las más tenebrosas acciones, tomando en cuenta los habituales métodos utilizados por ese organismo de inteligencia estadounidense.
Hasta el momento la CIA no se ha pronunciado sobre la autenticidad de los documentos revelados, pero algunos expertos, entre ellos el exagente de inteligencia Edward Snowden, afirmaron que son verdaderos.
Que la CIA tiene capacidad para penetrar en artefactos electrónicos, como teléfonos, tablets y computadoras, no tiene nada nuevo. Precisamente Snowden probó desde 2013 cómo se espiaba a políticos, jefes de Estado y empresarios de todo el mundo.
Lo interesante de este caso es que enseña detalles técnicos de cómo se realizan estas tareas, sobre todo la explotación de las fallas de seguridad de los programas cibernéticos que no han sido descubiertas o corregidas por los fabricantes.
Conviene recordar a estas alturas algo que en ocasiones se escapa al análisis, y es que esta central de inteligencia no es un aparato autónomo, supranacional o fantasma. Nada de eso, la CIA es un organismo oficial del gobierno de los Estados Unidos, como el Departamento del Tesoro, o el de Agricultura. Pertenece exclusivamente a las películas de Hollywood la imagen de un sistema de inteligencia que actúa al margen, espaldas o en contra de la voluntad de ese gobierno, sea el que sea.
Está supeditada al Consejo Nacional de Seguridad, como más de una decena de estructuras de espionaje que forman lo que se denomina la “comunidad de inteligencia”, uno de los “bienes” más apreciados y subliminados en ese país.
Así como hace unos dos mil años casi todos los caminos conducían a Roma, el reguero de sangre y tropelías cometidas por la CIA en todo el mundo llevan hasta un mismo lugar. ¿Adivinan cuál es?