Por René Tamayo
Al cierre de febrero, las presas de Cuba acumulaban 400 millones de metros cúbicos de agua menos que en igual mes de 2015. El 15 de agosto de ese año, el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil emitió una nota informativa inédita sobre la situación de la sequía, y dando a conocer un grupo de medidas para enfrentarla, entre ellas la relacionada con la activación de grupos de trabajo temporales a nivel nacional, provincial y municipal.
La institución los responsabilizó con evaluar y controlar "el cumplimiento de las medidas previstas en los planes de reducción de desastres, el balance de agua por los consumidores estatales y formas no estatales de gestión, la prioridad del cumplimiento del programa de reducción de pérdidas, la rehabilitación de redes y la supresión de los salideros, así como el reordenamiento del servicio de distribución de agua ajustado a las condiciones de cada territorio".
Si las cosas no cambian (y del Instituto de Meteorología no aparece un auspicio al respecto; al contrario, es posible un retraso en la llegada de la temporada húmeda), en los próximos meses estaremos peor que hace dos años, cuando ya andábamos bastante escasos con la disponibilidad del líquido.
Otro "mal dato": si al terminar febrero los embalses del país estaban al 43 por ciento de llenado (la capacidad total es de 9 128 660 000 metros cúbicos), 14 días después lo retenido era del 41 por ciento.
O sea, la disponibilidad en las presas está cayendo a razón de un punto porcentual por semana. De otra manera, en lo que va de marzo, cada siete días las reservas de agua en estas instalaciones bajan poco más de 91 millones de metros cúbicos.
Según se conoció en los habituales encuentros de directivos y especialistas del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) con los representantes de los medios —que también se dedicó al Día de la Prensa—, casi todo el país está en sequía meteorológica (escasez de precipitaciones) e hídrica (escasez de agua en fuentes superficiales y subterráneas).
En 11 provincias el acumulado del líquido está por debajo del 50 por ciento de la capacidad de sus presas, y en dos, por debajo del 25 por ciento. De acuerdo con la media histórica nacional, los embalses del país debían contar hoy con 1 600 millones de metros cúbicos más de agua. Lamentablemente, no es así.
Las noticias de mal agüero continúan. De las principales cien cuencas subterráneas que se controlan en la nación, 85 están descendiendo; siete, estables, y ocho, en ascenso.
Tenemos que apretarnos 'las pilas'. La situación va a empeorar. Los argumentos son contundentes. Solo un racimo de ciclones resolvería el problema, aunque pedirlos es mala señal, y ya sabemos por qué.
Hay mucho que hacer y también que criticar, cada vez que vemos un salidero en la calle se nos enerva el ánimo… Sí, la viga en el ojo ajeno es grande, pero la paja en el nuestro, tal vez también. Empecemos, entonces, por nosotros mismos.
(Tomado del periódico Juventud Rebelde)