Por Roberto Hernández
Quince años se cumplen este 4 de abril de la firma de la paz en Angola, pero parece un pacto de caballeros la intención de obviar la mención a la guerra.
Ni el gobernante Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) ni el ahora partido político Unión para la Independencia Total de Angola (Unita) se refieren al conflicto que por casi 27 años los enfrentó en el campo de batalla, y llevó a la rúbrica del armisticio el 4 de abril de 2002.
Tampoco analistas, personalidades de distintos sectores sociales ni los ciudadanos en la calle hablan del tema, que marcó dos generaciones de angoleños en acciones que nacieron con la guerra fría y la superaron.
Tres lustros después, y a pesar de los esfuerzos gubernamentales, la riqueza continúa muy mal distribuida, y debe ser para el próximo gobierno -resultante de las elecciones de agosto próximo- una de las prioridades si quiere mantener la estabilidad y la coexistencia que tanto celebran en una región con esas asignaturas en arrastre constante.
Es un tema tabú, comentó a la agencia Prensa Latina un colega extranjero con varios años en Angola.
¿Cómo es posible alejar esos fantasmas si se teme mencionarlos? Su respuesta es lapidaria: teniendo fe en que nadie elija nuevamente ese camino, que costó al país un millón de muertos, cuatro millones de desplazados e incontables pérdidas materiales.
Otro punto es que además de los miles de mutilados por el conflicto cada año se le suman decenas de desmembrados por la explosión de minas enterradas en diversas zonas angoleñas. Es como si hubiera un ser que hiciera recordar los horrores vividos.
Para limpiar de esos artefactos todo el territorio nacional se requieren 246 millones de dólares cada año por otros ocho, hasta 2025.
Resulta adecuado dar loas a la paz, pero sin olvidar la historia porque al final sería una celebración vacía sin garantía de no repetición.
(Tomado de PL)