por Roberto Morejón

A un supuesto preso político, Leopoldo López, se le ha hecho más publicidad por ser venezolano y figurar, según se narra, como una “víctima” del gobierno, que a las decenas de miles de palestinos encerrados en condiciones inhumanas por Israel.

Leopoldo López, cabecilla de un partido opositor en Venezuela que instiga la violencia, gana titulares en la prensa occidental y lo califican de reo de conciencia, aunque no se dice que fue sentenciado por su vinculación con las llamadas “guarimbas”.

Esos actos de fuerza en febrero de 2014 sirvieron como ensayo de lo que hoy ejecutan los beligerantes opositores venezolanos.

Hasta la esposa de Leopoldo López es recibida con estridencia por algunos gobernantes, para hacerle el juego a las campañas contra el gobierno constitucional de Nicolás Maduro.

El terror desatado por la oposición en Venezuela avanza sin que los grandes medios de comunicación lo reprueben.

Esos mismos canales de comunicación, muchos de ellos al servicio de poderosos dueños y grupos de derecha, ignoran o abordan apenas de
forma anecdótica las graves violaciones de los derechos humanos de los palestinos prisioneros en las cárceles israelíes.

Ante tanta vejación los establecimientos e instituciones públicas de las principales ciudades de la Cisjordania ocupada, la Franja de Gaza y Jerusalén Oriental secundaron masivamente un paro nacional, inusitado por su magnitud, en apoyo a presos palestinos.

La medida intentó llamar la atención sobre la situación de reos palestinos en huelga de hambre por tiempo indeterminado y de todos los que si bien nosecundan esa acción extrema, languidecen en los penales del régimen sionista.

En esos recintos purgan penas desproporcionadas más de 6 500 palestinos, muchos de ellos por imputaciones manipuladas por jueces parcializados.

Casi todos los enclaustrados protestan por las pésimas condiciones de detención y demandan mejor atención sanitaria y acceso a comunicación con sus familiares.

Fuentes palestinas refieren que entre los prisioneros figuran 300 menores de edad, 12 parlamentarios y 28 periodistas, esto último una señal de que Israel no respeta la alegada libertad de prensa defendida por Occidente.

Desde 1967, cerca de 850 000 palestinos fueron encarcelados, razón por la que ese sufrido pueblo recaba ayuda internacional para exigirle a los ocupantes de sus tierras un cambio de actitud.

Sin embargo, Israel ignora o se mofa de los justos reclamos pues Occidente pasa por alto los desmanes sufridos por los palestinos en las cárceles de Jericó, Ramala, Hebrón, Gaza y otros territorios.

La gran prensa corporativa, por su parte, prefiere concentrar la atención en otras latitudes.