Por: Roberto Morejón
La captura de jefes de bandas armadas y la transmisión de un video en el que se presenta en buen estado de salud a un cabecilla opositor que cumple una sentencia por organizar actos violentos, caracterizaron la actualidad en Venezuela.
Después de la denuncia del presidente venezolano, Nicolás Maduro, de la existencia de grupos promotores del caos, fueron capturados cuatro de los presuntos jefes y se ocuparon armas.
Las autoridades venezolanas denunciaron el surgimiento de bandas de delincuentes pagados por extremistas de la derecha con el propósito de infiltrarse en las manifestaciones de protesta opositoras.Al atacar a ciudadanos indefensos y a las propiedades públicas y privadas, esos grupos obligan a la Guardia Nacional Bolivariana a preservar la tranquilidad social y entonces la matriz de opinión divulgada en el exterior insiste en calificar a esa fuerza como “represiva”.
Si de violencia se trata, uno sus gestores principales durante las llamadas “guarimbas” de 2014 fue Leopoldo López, máximo dirigente del opositor partido Voluntad Popular.
López, presentado por los medios occidentales como presunto prisionero de conciencia, fue condenado a casi 14 años de prisión por instigar el extremismo.
En relación con él se tejió una nueva mentira, la de su supuesto deterioro de salud, un artificio desmentido al transmitirse un video en el que aparece en perfectas condiciones físicas mientras envía un mensaje a la familia.
El montaje en torno a López quería calzar la imagen del gobierno venezolano como presunto violador de los derechos humanos, como intentan hacer creer las transnacionales de la información.
Mientras la oposición venezolana apela a tales maniobras y demanda de la OEA, Estados Unidos y gobiernos latinoamericanos conservadores una intervención en el país sudamericano, el gobierno de Maduro hace propuestas al Consejo Nacional Electoral.
El Jefe de Estado llamó a una Asamblea Nacional Constituyente con vistas al resurgimiento del liderazgo popular y preservar la paz.
La comisión presidencial para la Constituyente puso de relieve el afán democrático de la iniciativa al invitar a la autodenominada Mesa de la Unidad Democrática y a otros opositores a participar en un encuentro para sentar las bases de la Asamblea.
Ese órgano puede ser la puerta de salida a la crisis. Sin embargo, algunos de los directivos adversarios del chavismo que habían solicitado con anterioridad la convocatoria a una Asamblea Constituyente, ahora la reprueban.
Los hechos demuestran que las herramientas de la oposición venezolana son las mentiras, las trampas, la violencia y el desabastecimiento material, en lugar de las boletas para llenar y depositar en las urnas.